La literatura española de la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX

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El Realismo y el Naturalismo: la novela, la poesía y el teatro en la segunda mitad del siglo XIX

A mediados del siglo XIX la burguesía, ya consolidada como la clase dominante en Europa, viró hacia un conservadurismo que fomentaría el malestar social y las tensiones con los grupos proletariados. La pérdida de libertades y las duras condiciones sociales dieron lugar a la revolución de 1868 conocida como “La Gloriosa” que destronó a Isabel II y dio paso al sexenio democrático. El nuevo gobierno liberal, así como la evolución en los procesos de industrialización favoreció una visión optimista del mundo que confiaba en el progreso, visión que vemos reflejada en el positivismo de Auguste Comte que basó sus estudios en la observación y la verificación a través de la experiencia. En este contexto surgirían dos movimientos que vendrían a oponerse al Romanticismo, nos referimos al Realismo y el Naturalismo.

El Realismo

El Realismo surge en Francia (1830) y llegaría a España de manera tardía (1860). Su estética se basa en el ideal de que el arte debe ser una forma de acercamiento a la realidad. Utilizando el método científico, los autores se sirven de la observación y la documentación para plasmar de la forma más fiel posible la realidad que les rodea. Esta plasmación tendrá una intención moral y crítica, especialmente en aquellas obras que reflejan lo más sórdido de la realidad. En cuanto al estilo, este será sobrio y sencillo, alejándose de las exageraciones románticas e incluyendo el habla coloquial en sus textos. El género que mejor se amoldó a estas características sería el de la novela.

La novela del Realismo se caracterizaría por su descripción minuciosa de la realidad, tanto los ambientes como la psicología de los personajes, la acción se situará en lugares reconocibles por el lector y podemos distinguir entre novelas con protagonistas individuales y otros colectivos. El narrador será omnisciente, que, si bien en un inicio intervenía en el relato, con el tiempo se iría atenuando en aras de imprimir mayor realidad a las obras. Un recurso habitual será el estilo indirecto libre. En cuanto a sus autores, podemos destacar a José María Pereda (Peña arriba); Juan Valera (Pepita Jiménez) y sobre todo a Benito Pérez Galdós que con su obra La fontana de oro (1870) terminaría de fijar el movimiento. La obra de Galdós puede dividirse en tres etapas: la primera centrada en las novelas de tesis (Doña Perfecta); la segunda época, la más plenamente realista, (Fortunata y Jacinta, La desheredada) y una tercera época espiritual (Misericordia, Tristana). No podemos olvidar el voluminoso trabajo que supuso sus Episodios Nacionales donde novelaría la historia contemporánea.

El Naturalismo

Por otro lado, también en Francia surgió el Naturalismo de la mano de Émile Zola que basándose en la teoría del determinismo intentaba defender en sus novelas que el individuo está condicionado por su herencia genética y social. Aunque en España este movimiento llegó muy depurado, podemos destacar autores y obras como Emilia Pardo Bazán (Los pazos de Ulloa) y Leopoldo Alas Clarín con La Regenta donde veremos como la asfixiante ciudad de Vetusta y la herencia familiar pesaran sobre el personaje de Ana Ozores.

La poesía

En lo que respecta a la poesía, esa depuración del Romanticismo que trajo el Realismo se vería reflejada en diferentes movimientos como la poesía antirretórica de Ramón de Campoamor (Doloras) y la poesía grandilocuente de Gaspar Núñez de Arce que entroncaría con el carácter cívico del Neoclasicismo. Aunque, sin duda, el movimiento más influyente sería el de la poesía intimista de Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Bécquer recogió en sus Rimas su producción poética donde apuesta por la rima asonante y en la amalgama de los artificios retóricos de la poesía culta y popular. Su obra se edifica en torno a varios ejes temáticos como la creación artística, el amor, la soledad y la muerte. Su poesía tendrá un carácter confesional con un destinatario concreto, la amada en la mayoría de los casos. Por otro lado, Rosalía de Castro compuso obras en gallego (Cantares galegos, Follas novas) como en castellano (A orillas del Sar) donde apreciamos una poesía comprometida con su tiempo entendida como la comunicación de una experiencia personal. Su lenguaje será emocionado e intimista donde los elementos de la naturaleza aportan a sus versos un tono de autenticidad.

El teatro

Finalmente, el teatro será el género que más se amolde a los gustos de la burguesía. Destacamos a José Echegaray con obras como El loco dios y El gran galeoto. Será un teatro gesticulante en el que sus personajes se moverán en un mundo tópico que nunca combaten. Por otro lado, destacamos a Joaquín Dicenta con su teatro obrerista o proletario (El señor feudal). No podemos olvidar el teatro de Galdós que con obras como La fiera o El abuelo también contribuyó con su realismo a las tablas españolas. En definitiva, la segunda mitad del siglo XIX supuso una renovación para la narrativa y la poesía, quizás no tanto para el teatro. Su estética remansaría la declamación romántica en aras de la objetividad y la sencillez expresiva. La renovación a la que asistimos durante este periodo continuará durante las primeras décadas del siglo XX con autores como Antonio Machado, Rubén Darío o Federico García Lorca que vendrían a configurar lo que se ha conocido como la “Edad de Plata” de nuestras letras.

Literatura de fin de siglo: la Generación del 98 y el Modernismo. La novela y el teatro anterior a 1936

Entre 1885 y 1914 se produjo en Europa una crisis de valores que configuraría una nueva mentalidad basada en la pérdida de confianza en el progreso y la entrada de corrientes que cuestionarían el pensamiento ultraísta de la sociedad burguesa como el existencialismo. Esta crisis se vio agravada en España con el desastre de 1898 que supuso la pérdida de las últimas colonias. Durante los primeros treinta años del siglo XX la situación política se iría tensando hasta desencadenar en la Guerra Civil (1936). De esta manera, a finales del XIX y principios del XX surgió una generación que compartía el espíritu de rebeldía y de protesta y que diferenciamos como: Modernismo (en Hispanoamérica) y Generación del 98 (en España).

El Modernismo

El Modernismo manifestó un afán de renovación basado en el esteticismo. Sus orígenes los encontramos en el Postromanticismo y los movimientos franceses del Simbolismo y el Parnasianismo. Entre sus principales características destaca el ideal estético del arte por el arte, su actitud cosmopolita y la tendencia a evadirse evocando otras épocas (Edad Media) y otros lugares (Oriente). También recuperaron las culturas indígenas precolombinas como un elemento exótico y reivindicativo de unas raíces propias. En su última etapa, se produjo un cambio hacia los temas hondos y la angustia vital. En lo que respecta a su estilo, el Modernismo se caracteriza por la presencia de lo sensorial a través de una rica adjetivación y un léxico preciosista, también el uso de símbolos y la renovación métrica como los sonetos en alejandrinos. El autor principal fue el nicaragüense Rubén Darío con sus obras Azul (1888), Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905). En España destacamos a Manuel Machado (Alma), Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina.

La Generación del 98

Por otro lado, la Generación del 98 se desarrolló en España a partir del desastre del 98 y del manifiesto publicado en 1901 por Azorín, Maeztu y Baroja (grupo de los tres) donde denunciaron la situación de España y mostraron su intención de modernizar el país. Estos autores se comprometieron con los problemas de su tiempo siendo el tema de España y los problemas existenciales los ejes vertebradores de sus obras. En lo que respecta al estilo, apostaron por la naturalidad y la sencillez alejándose de cualquier pretensión retórica. El género más cultivado será el ensayo, el cual modernizaron. Podemos destacar Vida de don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno y Castilla de Azorín. En novela rompieron la herencia del Realismo con la entrada del subjetivismo y la eliminación de la trama. Destaca Unamuno con sus nivolas como Niebla o San Manuel Bueno, mártir, también Pío Baroja con El árbol de la ciencia. En poesía se alejaron de la retórica modernista para expresar una visión más profunda de la realidad. Destaca Antonio Machado cuya trayectoria puede dividirse en tres etapas: el periodo modernista (Soledades, galerías y otros poemas); la etapa castellana (Campos de Castilla) y la filosófica (Nuevas canciones).

El teatro

En lo que respecta al teatro, las primeras tres décadas del siglo XX podemos dividir la producción teatral en dos grandes tendencias: la comercial y la innovadora.

Teatro comercial

  • Teatro poético: influenciado por el Modernismo, será un teatro de evasión hacia temas históricos y legendarios. Destacan los hermanos Machado (Lola se va a los puertos), Eduardo Marquina (Las hijas del Cid) y Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas).
  • Comedia burguesa: Jacinto Benavente rompería la grandilocuencia de Echegaray mostrando un teatro de escasa carga crítica y novedades técnicas. Dos de sus obras más importantes serían Los intereses creados y La malquerida.
  • Teatro cómico: busca entretener al espectador. Destaca el género de los sainetes, especialmente las producciones de los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches que idealizan la sociedad andaluza y madrileña respectivamente. Arniches también cultivaría la tragedia grotesca donde denuncia una serie de lacras sociales ya apuntadas por los autores del 98 (caciquismo, injusticia social) en obras como El patio o Las de Caín.
  • Teatro del astracán: Muñoz Seca con su obra La venganza de don Mendo.

Teatro innovador

El teatro innovador se aparta de los intereses comerciales y atiende a la renovación y la experimentación. Entre los autores del 98 destacan Unamuno (Fedra), Azorín (Angelita) y sobre todo Valle-Inclán. La producción de Valle-Inclán puede dividirse en tres etapas: el ciclo mítico (Las comedias bárbaras y Divinas palabras), el ciclo de la farsa (La marquesa Rosalinda y La farsa infantil de la cabeza del dragón) hasta llegar a su mayor logro, el esperpento. Este se caracteriza por la deformación grotesca de la realidad para mostrar una imagen más exacta de una España opresiva e injusta. La obra cumbre será Luces de bohemia donde la muerte de su protagonista, Max Estrella, representará la derrota del idealismo frente a la injusticia social. Por último, hay que destacar la producción poética de la generación del 27 con autores como Alberti, Max Aub y sobre todo Federico García Lorca que con sus tragedias rurales como Yerma, Bodas de sangre o La casa de Bernarda Alba devolvería al teatro español la dignidad que le correspondía por el camino contrario a Valle-Inclán, renovando y no deformando la tragedia clásica.

Las Vanguardias en Europa, España e Hispanoamérica

Antes y después de la I Guerra Mundial (1914-1918) se produjo un periodo de gran creatividad artística donde los intelectuales buscaron una forma de expresión nueva alejada de las estéticas de finales del XIX. En España, ese afán por la modernización y la rebeldía se reflejó en dos movimientos fundamentales: el Novecentismo y las Vanguardias.

Las Vanguardias

El término vanguardia fue acuñado durante la I Guerra Mundial para designar las inquietudes artísticas de la avanzadilla cultural europea. Este movimiento afectó a todas las manifestaciones del arte y no puede considerarse un movimiento unitario, ya que está formado por diversas formas de expresión conocidas como “ismos”. Aunque cada movimiento presenta sus propias características, podemos destacar algunos aspectos comunes como:

  • La intención de romper con la tradición estética previa.
  • La creatividad, originalidad y el gusto por la experimentación, algo que lleva a la búsqueda de nuevos temas.
  • La irracionalidad como forma de acceder a las zonas profundas de la mente humana.
  • La rebeldía y provocación en un intento de escandalizar al público burgués.
  • Su intención lúdica que elude el sentido trascendental del arte.
  • El elitismo ya que se tratará de un arte para la minoría intelectual.

Vanguardias europeas

  • Futurismo: iniciado por Filippo Tommaso Marinetti en Italia. Este movimiento reivindica un arte dinámico, vitalista e iconoclasta, busca nuevas formas de belleza en la acción, el movimiento y la velocidad. Esta actitud lleva a los futuristas a tratar temas nuevos que reflejan la modernidad (maquinismo, cine, nuevos descubrimientos) para ello juegan con la tipografía y la disposición de los textos, experimentan con la supresión de adjetivos, adverbios y conectores y crean imágenes sorprendentes.
  • Cubismo: nace en las artes plásticas de la mano de Pablo Picasso y Georges Braque, entre otros. Buscan descomponer la realidad para recomponerla con formas geométricas. El movimiento se extendería a la poesía de la mano de Guillaume Apollinaire que construyó poemas en un tono lúdico que constituyen objetos autónomos, libres de descripciones y contenido sentimental empleando los juegos de palabras y el caligrama.
  • Dadaísmo: iniciado por Tristan Tzara intenta destruir el lenguaje anulando la lógica y los significados racionales en obras que no pretenden tener sentido.
  • Expresionismo: presenta cierto compromiso social y político al reflejar el horror de la I Guerra Mundial. Entre sus rasgos destaca la búsqueda de la esencia de las personas y objetos para expresar su ser primordial, la preocupación por la guerra, el uso de una expresión cruda y la experimentación a través de técnicas como la narración simultánea o el flujo de la conciencia.
  • Surrealismo: impulsado por André Breton que lo plantea como una revolución integral apostando por la liberación del ser humano y sus impulsos reprimidos por las convenciones morales según las teorías de Sigmund Freud, es decir, será un movimiento que busca penetrar en lo irracional y lo subconsciente.

Vanguardias en Hispanoamérica

Las vanguardias europeas influenciarán el arte en España e Hispanoamérica, en esta última podemos destacar el Creacionismo y el Ultraísmo que tuvieron una presencia viva en la poesía.

  • Creacionismo: está vinculado con el Cubismo que rechaza el estilo modernista y tiende hacia la poesía pura. Fue impulsado y difundido por el poeta Vicente Huidobro que asentó las bases del movimiento al indicar que el poeta debe renunciar a imitar la realidad, su labor consiste en crear un mundo totalmente nuevo. Una de sus obras más importantes será Altazor.
  • Ultraísmo: tomó postulados de otros ismos europeos como el Futurismo. Sus impulsores más destacados fueron los españoles Rafael Cansinos, Guillermo de la Torre y el argentino Jorge Luis Borges. Sus principios básicos fueron la eliminación de cualquier referencia sentimental o moral y preferencia por la realidad moderna creando una poesía nueva cuyo eje son las imágenes y las metáforas basadas en asociaciones inéditas, uso de un lenguaje original y la supresión de adjetivos y elementos ornamentales.

También debemos mencionar otros autores hispanoamericanos como César Vallejo, Pablo Neruda y otros ismos como el estridentismo mexicano o el simplismo peruano que, a pesar de tener una repercusión menor, contribuyeron a la renovación del lenguaje e influyeron en corrientes poéticas posteriores, como en la poesía negra o afroantillana de Nicolás Guillén.

Vanguardias en España

En lo que respecta a España, tras una primera fase optimista y marcada por la deshumanización del arte en la que triunfarían movimientos como el Ultraísmo y el Creacionismo, encontramos a la figura de Ramón Gómez de la Serna que, con sus greguerías, un género calificado por el autor como una mezcla de humor más metáfora, se convertirá en un eslabón fundamental entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia. Más tarde, llegaría la etapa de la rehumanización del arte con el Surrealismo. En España, el Surrealismo fue menos radical, pero influyó notablemente en algunos autores del 27, cuyas obras se vieron teñidas del influjo de este movimiento en los años 30 y nos han dejado creaciones espléndidas como Poeta en Nueva York de Federico García Lorca. En conclusión, podríamos decir que, si a partir de 1914 los novecentistas consiguieron una depuración de la literatura anterior, las vanguardias sí supusieron un corte más radical en la historia de las artes y abrieron el camino a una fecunda renovación en la literatura.

La Generación del 27. Características y trayectoria poética. El teatro lorquiano

Las primeras décadas del siglo XX se caracterizarán por ser un periodo de convulsión política que terminaría en el estallido de la Guerra Civil. En este periodo de incertidumbre ya vislumbramos algunos focos de genialidad poética gracias a la generación del 14 y las vanguardias que asentarían las bases a una promoción de poetas de gran calidad que recibió del nombre de la Generación del 27.

La Generación del 27

Los principales autores de este grupo poético fueron Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca y Luis Cernuda, entre otros. Además, debemos destacar a las Sinsombrero como Ernestina de Champourcín, Josefina de la Torre y Concha Méndez, que representarían a la voz femenina del movimiento. En lo que respecta a la consideración de grupo generacional, sus componentes nacieron en fechas cercanas (1892-1902), mantuvieron lazos de amistad gracias a la Residencia de Estudiantes y estarían influenciados por José Ortega y Gasset (La deshumanización del arte) y por la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. Todos sentirían la necesidad de renovar el lenguaje poético y, de este modo, tras su asistencia al tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora en 1927, el grupo adoptó esta fecha como signo de identidad.

Etapas de la Generación del 27

Podemos distinguir tres etapas en su producción poética:

  1. Etapa vanguardista y de poesía pura: recogen las teorías de Ortega y Gasset de un arte alejado del sentimiento y que busca la perfección formal. En esta misma etapa, se configura el neopopulismo en la obra de algunos autores que cultivan la lírica popular y tradicional. Los clásicos españoles (Góngora, Garcilaso) también tendrán cabida en esta etapa fundiendo lo clásico con lo moderno.
  2. Etapa de rehumanización (1927-1936): se inicia un proceso de rehumanización de la poesía junto a la influencia del Surrealismo. Centrados en los problemas del hombre, se remarca el acento social y político. Podemos destacar obras como Poeta en Nueva York de Lorca y Los placeres prohibidos de Cernuda.
  3. Etapa de posguerra: tras la Guerra Civil se siguieron dos líneas: los que se quedaron en España cuya poesía deriva hacia un humanismo angustiado (Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre); y los que se exiliaron cultivando la nostalgia de la patria perdida.

Renovación poética

Centrándonos en la renovación poética, destacamos el uso de metáforas irracionales para transmitir emociones, así como el uso del verso libre. En cuanto a la temática, abordaron además de temas de vanguardia (lo moderno, lo intelectualizado) temas tradicionales como el amor, la muerte, el paisaje y la soledad. El tema del compromiso destacó durante la guerra civil y tras ella, autores que no la habían cultivado comenzaron a hacerlo como una medida desesperada por denunciar las injusticias sociales.

Principales poetas

  • Pedro Salinas: su tema central será el amor como vemos en La voz a ti debida.
  • Jorge Guillén: destacaría con Cántico como una alabanza hacia el mundo y Clamor donde aparece el mundo de los hombres con sus limitaciones.
  • Gerardo Diego: sería el autor más influenciado por las vanguardias (Imagen).
  • Vicente Aleixandre: expresa en sus obras su visión del mundo apoyada en tres ejes: amor, naturaleza y muerte (La destrucción o el amor).
  • Dámaso Alonso: sobresale con Hijos de la Ira, obra que abriría el camino de la poesía desarraigada.
  • Rafael Alberti: presentará un universo vitalista articulado por el mar, el amor y el destierro. Entre sus obras podemos mencionar Marinero en tierra (neopopularista), Sobre los ángeles (surrealista) y Poeta en la calle (poesía comprometida).
  • Luis Cernuda: destacó por una poética que surge de la tensión entre el deseo de realización personal y la realidad hostil (La realidad y el deseo).
  • Federico García Lorca: su amor por lo popular y lo culto le llevaría a escribir Romancero Gitano. En una segunda etapa su poesía se vería influenciada por el Surrealismo y el empleo del verso libre en su conocida obra de Poeta en Nueva York.

El teatro lorquiano

Federico García Lorca no solo renovó la poesía, sino que será uno de los principales dramaturgos de principios del siglo XX. Podemos dividir su producción dramática en tres bloques:

  1. Primeras piezas teatrales: El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda, también sus farsas trágicas como La zapatera prodigiosa.
  2. Etapa vanguardista: se abre con El público (incompleta).
  3. Grandes tragedias (a partir de 1930): los deseos íntimos de sus personajes, casi siempre femeninos, se enfrentan a las fuerzas opresivas del exterior. Destacamos Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba.

Estilo teatral

En cuanto a su estilo, su obra está impregnada de un lenguaje poético y simbólico: agua (libertad), caballo (vida y erotismo) luna (muerte), solía combinar la prosa y el verso y es frecuente el empleo de canciones populares que a menudo introducen escenas trágicas En conclusión, la Generación del 27 supondrá el broche maestro de la renovación lírica surgida a principios del siglo XX y el punto final a un periodo de entreguerras que habría de configurar lo que se conoce como la Edad de Plata de nuestras letras

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