Literatura Medieval Española: Épica y Lírica

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Características Generales de la Literatura Medieval

La importancia de la transmisión oral: Gran parte de la literatura se difundía mediante la recitación, dado que la población era analfabeta en su mayoría.

El carácter anónimo de sus autores: Al principio, sobre todo, la literatura surge de la colectividad y luego va siendo modificada por los juglares o quienes la transmiten.

La finalidad didáctica o moralizante: La influencia religiosa determina que, en muchos casos, la literatura se utilice para influir en los oyentes. Otras veces, la literatura sirve de propaganda de los valores de un rey o de un pueblo, como ocurrirá con los cantares de gesta.

El uso del verso: Hasta bien entrada la Edad Media (siglo XIV), el verso será el modo usual de escribir, dada su facilidad para la recitación.

2. La Poesía Lírica: Las Jarchas y la Lírica Popular

La poesía lírica surge como algo natural en la vida de los pueblos, porque está ligada al canto. Por tanto, es anónima y colectiva y se transmite de forma oral de generación en generación desde tiempos muy remotos. El tema más constante en las composiciones es el amor en todas sus manifestaciones. Existen en nuestra península tres grandes núcleos líricos: arábigo-andaluz, gallego-portugués y castellano. Los tres presentan coincidencias en el contenido (lamento por la ausencia, pérdida o tardanza del amado), en el confidente (madre, hermanas o elementos de la naturaleza) y estructura estrófica (zéjel o pareados).

2.1. Lírica Arábigo-Andaluza

Constituye la primera manifestación en cuanto a documentos escritos conservados y corresponde a las jarchas, cancioncillas en lengua mozárabe que se incluían al final de un poema culto llamado moaxaja (árabe o hebreo) y que servía de motivo para dicha composición. Estaban compuestas de dos a seis versos, de estructura paralelística y de tema amoroso.

2.2. Lírica Gallego-Portuguesa

Aunque en su mayoría de carácter refinado y culto, tiene en las cantigas de amigo los rasgos de la lírica popular (paralelismos, estribillos, contenido).

2.3. Lírica Castellana

Es la más tardía, en cuanto a textos conservados pero no se puede decir que sea posterior en el tiempo a las otras dos. Su composición más representativa es el villancico cuya temática y estructura coincide con las anteriores.

Además de éstas, hay otros tipos de canciones tradicionales, que reflejan la riqueza temática de la lírica popular: canciones de amor, de boda, siega, romería, de serrana, de albada.

La lírica culta de la Edad Media está escrita en gallego, normalmente de autor conocido, y tiene su origen en la poesía provenzal, primera corriente poética de carácter culto que ejerció una influencia decisiva en posteriores manifestaciones literarias. Las composiciones reciben el nombre de cantigas de amor, y en ellas los caballeros se lamentan del desdén de la amada. El poeta o trovador adopta la posición del vasallo ante su señora (una dama casada) y recoge una serie de elementos como el amor frustrado y encubierto, generalmente trágico, el carácter noble de los personajes y la imagen de la amada como un ser superior al que se adora y se rinde vasallaje. Estas características dan lugar al denominado amor cortés, concepción del amor que se extiende a lo largo de toda la literatura medieval y que influye en la poesía de cancionero del siglo XV.

3. La Poesía Narrativa

3.1. El Mester de Juglaría: El Poema de Mio Cid

La épica medieval se desarrolla en un contexto de guerras y hazañas militares que la comunidad social está interesada en conocer. Al mismo tiempo, se va fraguando una identidad común y nacional vinculada al espíritu heroico. Podemos definir, por tanto, la épica como una narración histórica en verso de las hazañas de un héroe convenientemente literaturizadas cuyo objeto esencial es la persecución del honor a través del riesgo.

La épica heroica estaría compuesta y difundida oralmente por medio de juglares que deambulaban por la España medieval. Posteriormente surgirían los autores que compondrían poemas épicos por escrito y los darían a juglares para su transmisión. Estas composiciones heroicas son llamadas cantares de gesta, que tenían como objeto la vida de personajes importantes, sucesos notables o acontecimientos de la vida nacional que merecieran ser difundidos. Estaban destinados al canto o la recitación y no a la lectura y compuestos en un lenguaje sencillo.

Los autores de gran parte de la épica fueron los propios juglares y, aunque gozaban de gran libertad a la hora de componer, respetaban una serie de normas y rasgos propios del género que nos permiten hablar de la escuela del mester de juglaría. Además hay que considerar que los textos eran continuamente retocados para adecuar la obra al gusto del auditorio. Este era muy amplio y entre otras cosas condicionaría la lengua empleada en los textos.

Las características generales de la épica castellana serían las siguientes:

  • Anonimia. Pertenece a la colectividad.
  • Realismo o historicidad. Los datos históricos dan verosimilitud artística al texto.
  • Tradicionalidad. Los temas tratados han perdurado en el tiempo.

Por otra parte, se han señalado los siguientes rasgos formales:

  • Rima asonante. Opuesta a la consonante francesa.
  • Metro irregular o anisosilábico. No hay estrofas sino tiradas o series de versos de entre 12 (dodecasílabos) a 16 (hexadecasílabos) sílabas, que comparten la misma rima asonante. Por lo general, la tirada forma una unidad temática o de acción.
  • Empleo de fórmulas orales. El estilo oral formulario está formado por una serie de recursos o fórmulas lingüísticas preestablecidas que facilitarían la composición y transmisión orales de una obra; que se repetirían constantemente a los largo del texto y que facilitarían la tarea de composición al autor. Los más frecuentes serían:
    • Epítetos. "el buen campeador"
    • Fórmulas de la voz narradora. Empleadas por el autor para dirigirse a su público con diversos fines (llamar la atención, expresar su opinión de los hechos...).

Solo tres poemas han sido conservados: El Cantar de Mío Cid, el Cantar de las Mocedades de Rodrigo y un fragmento del Cantar de Roncesvalles. El resto nos han llegado prosificados en las crónicas, gracias a las cuales alguno de ellos (Cantar de los siete infantes de Lara) ha podido ser modernamente reconstruido.

El Cantar de Mio Cid

Fecha y autoría

El Cantar de Mío Cid se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional copiado en el siglo XIV. Consta de 3730 versos y desconocemos el comienzo pues falta el primer folio. Es una copia del original de 1207, fecha del explicit (fórmula antigua con la que se alude a las últimas palabras con la que se acaba un texto; se opone a “incipit”): «Per Abbat le escribió en el mes de mayo / en era de mil e CC XLV años» [1245 - 38 = 1207] con una fecha que ha sido interpretada de distintas maneras. Sobre la autoría, unos piensan que la versión definitiva del cantar sería el resultado de la actividad refundidora de dos o más poetas juglares; una redacción primitiva no muy lejana a los hechos que narra. Finalmente, para otros solo habría un único autor culto, con toda probabilidad un clérigo llamado Per Abat, interpretando el “explicit” final, “Per Abat le escribió”, con la acepción de “componer”.

Tema y estructura

Varios críticos han apuntado que el tema central de la obra es el restablecimiento de la honra del héroe. Se ha hablado de una doble deshonra: deshonra militar en el plano público, debida a una falsa acusación que provoca la situación de destierro; y una deshonra doméstica en el plano familiar, que se produce con el casamiento de las hijas del Cid con los infantes de Carrión y la posterior afrenta. Paralelamente, se ha considerado la ascensión del Cid al poder, como ejemplo perfecto de literatura propagandística de Castilla y lo castellano en tres planos o niveles: político (la rivalidad histórica de Castilla y León), socio-económico (ideales de equidad jurídica y movilidad social y desprecio a los valores de la alta nobleza) e individual (glorificación progresiva del héroe frente a la ridiculización de sus enemigos) así como el ensalzamiento de Castilla y su héroe castellano.

En cuanto a la estructura, se acepta de forma general la propuesta de distinguir tres partes, «Cantar del destierro» (vv. 1-1086), «Cantar de las bodas» (vv. 1087-2277), y «Cantar de la afrenta de Corpes» (2278-3730). La clave estructural para esta división la ofrecen los versos 1085 («aquí conpieça la gesta de mío Cid el de Bivar») y 2275-76 («Las coplas desate cantar aquí van acabando / el Criador vos habla con todos los sos santos»)

Personajes

El autor utiliza diversos recursos para caracterizar a sus personajes: por sus acciones, por sus reacciones, por sus propias palabras o a través de epítetos. En general, suelen definirse más por sus acciones que por sus parlamentos.

El Cid encarna las más altas virtudes caballerescas (hombría, lealtad, caballerosidad, cortesía, moderación, mesura...) y está caracterizado mediante la técnica de contraste: guerrero fiero, valiente y, al mismo tiempo, sensible, buen esposo y perfecto padre. Todo el Cantar está estructuralmente montado en torno a las relaciones del Cid con el rey. El rey es, indirectamente, el personaje que desencadena la acción y evoluciona a lo largo de la obra.

Los enemigos intervienen decisivamente en la deshonra y en el posterior encumbramiento del héroe. De ellos son los infantes de Carrión los que ofrecen mayor interés. Son cobardes, carecen de madurez y dependen el uno del otro de forma siniestra. No hay que olvidar que los infantes son los representantes de la alta nobleza, que no acepta la imparable ascensión de un infanzón por el solo motivo de haber amasado una gran fortuna.

Por otro lado, los moros contribuyen a aumentar la honra del Cid.

Doña Jimena, Doña Elvira y Doña Sol cumplen el tópico medieval de mujeres sumisas, al servicio del héroe y sin personalidad -las dos hermanas son de hecho geminadas-. No obstante, las hijas también tienen una importante participación como causantes de la acción. Jimena siente el dolor de la separación y comparte con su marido la vergüenza social de la deshonra y el honor posterior.

Por último, los acompañantes del Cid comparten el deshonor y colaboran en las acciones de recuperación de la honra. De ellos destaca Álvar Fáñez, brazo derecho del Cid, es leal, pero también de criterio propio.

Versificación y estilo

Los 3.730 versos que componen el Poema de Mío Cid tienen como característica métrica el anisosilabismo, es decir, sin medida fija (entre 10 y 20 sílabas), y la división interna en hemistiquios, también con un número irregular de sílabas. Estos versos no se agrupan en estrofas definidas sino en series de versos de extensión variable con rimas asonantadas (sonidos vocálicos) llamadas “tiradas”.

La lengua se caracteriza por la claridad, simplicidad y economía de estilo en la narración. Entre las técnicas utilizadas destacamos:

  • El contraste que produce un choque entre intenciones y resultados.
  • La expectación que provoca diferentes sensaciones en el auditorio.
  • La supresión de nexos en el relato con el fin de que el auditorio participe con su imaginación en el relato.
  • El paralelismo y parataxis (coordinación o yuxtaposición oracionales) en el desarrollo de los temas, en las tiradas, para aumentar la intensidad emocional y facilitar la recitación.
  • Los versos de encadenamiento para mantener la unidad del poema.
  • Las fórmulas de la voz narradora para reclamar la atención del auditorio: verbo oír, saber, Dios+que (o variante) +adjetivo.
  • La rima interna que normalmente produce una intensificación de diferente orden.
  • El humor (el episodio de las arcas, el de la prisión del Conde de Barcelona y el del león).
  • El simbolismo (espada ceñida = huída; espada en mano = lucha; mantos e pelliçones = suntuosidad y riqueza; la barba = virilidad...)
  • El dinamismo conseguido a base de tres movimientos: externo (del relato), interno al autor e interno a los personajes

3.2. El Mester de Clerecía: Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita

Durante los siglos XIII y XIV comienzan a producirse cambios en la vida política y social que desembocarán en el Renacimiento. Entre los reinos cristianos de la Península, Castilla se convierte en un centro intelectual de gran prestigio gracias a Alfonso X y a la Escuela de Traductores de Toledo que impulsan el castellano como lengua habitual en escritos literarios y no literarios, con lo que adquiere rango de lengua transmisora de cultura y comienza a ser utilizada por los escritores y eruditos en detrimento del latín.

El clero fue, durante siglos, depositario del “saber”. Las ocupaciones de los clérigos dentro del monasterio se dividían entre rezar, cuidar los campos del convento y traducir, leer y copiar las obras escritas en latín, griego, hebreo, que recopilaban en los monasterios. Sin embargo, con el retroceso del latín como lengua del pueblo y el fuerte avance del romance, comienzan a utilizarlo no sólo para los intercambios orales sino también como lengua escrita aunque, conscientes de que se dirigen a un público iletrado, escriben sus obras para ser leídas en voz alta, a modo de discursos y sermones, con los recursos propios de los juglares que gustaban a gente del pueblo.

Así, frente al Mester de Juglaría, surge una escuela narrativa de carácter culto: el llamado Mester de Clerecía. Esta denominación alude a dos conceptos: por una parte se refiere al oficio de clérigo, entendiendo por tal a todo hombre culto y letrado que poseía la educación latino-eclesiástica; por otra, designa a la escuela poética y a las obras compuestas por clérigos.

Los rasgos esenciales que definen el mester de clerecía son los siguientes:

  • Autoría: obras, en general, de autor conocido (tienen conciencia de autor).
  • Intención: la finalidad es enseñar y adoctrinar a través de los relatos. También se busca el interés del monasterio, diócesis u órdenes.
  • Fuentes: el saber acumulado en las bibliotecas sirve de punto de partida. Por tanto la originalidad no radica en el tema o argumento sino en la configuración formal.
  • Difusión: la obra se crea para ser leída, individual o colectivamente. Es escrita.
  • Temática: religiosa y erudita (héroes virtuosos, cuestiones sociales…)
  • Métrica: estrofas de cuatro versos alejandrinos (de catorce sílabas, divididos en dos hemistiquios de siete), con una sola rima consonante, que reciben el nombre de tetrástrofo monorrimo o cuaderna vía.
  • Lenguaje literario: cuidado y selecto, con recursos más complejos (metáforas, símbolos y alegorías.

Cronológicamente el mester de clerecía se prolongó desde mediados del siglo XIII hasta finales del XIV. Durante el primero de estos siglos mantuvo un cierto rigor métrico y aún se componen obras anónimas, a excepción de su autor más representativo, Gonzalo de Berceo. Pero a partir del Siglo XIV se da entrada a formas poéticas de carácter lírico y metro más breve y se produce la aparición de grandes figuras literarias, como el Arcipreste de Hita.

Gonzalo de Berceo

Gonzalo de Berceo es el primer poeta conocido de la literatura castellana; los datos de su vida son confusos pero parece que nació en el pueblo riojano de Berceo y que vivió en el cercano monasterio de San Millán. Dedicó su vida al servicio de su orden y a la propagación de su fe, finalidades a las que también dedicó sus esfuerzos como escritor. Por ello el tema de sus obras es exclusivamente religioso, vidas de santos y dedicadas a la Virgen. Su obra más importante es Milagros de Nuestra Señora, colección de veinticinco relatos en los que se cuenta un milagro realizado por la Virgen.

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