Maestros Flamencos del Siglo XV: Características y Aportes de Jan van Eyck

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Características de la Pintura Flamenca del Siglo XV

  • El espejo como recurso: Se emplea para sugerir un espacio más allá de lo visible, creando una innovadora visión espacial que influirá en artistas posteriores como Velázquez (Las Meninas, La Venus del espejo).
  • Paisajes amplios: Los pintores conceden importancia al paisaje, elevando la línea del horizonte para crear amplias panorámicas.
  • Perspectiva atmosférica: Se plasma por primera vez la ilusión de la perspectiva a través del tratamiento de la atmósfera, difuminando líneas y colores para representar planos distantes.
  • Nueva iconografía religiosa: Las obras reflejan una religiosidad más individual y se adaptan al gusto de la burguesía adinerada. Surge una nueva iconografía religiosa (Dolorosa o La Virgen en la Iglesia), representada en interiores intimistas y cotidianos.
  • Abundancia de trípticos: Formato muy utilizado en la época.
  • Talleres locales: Los pintores establecen sus talleres en sus ciudades de origen (Brujas, Bruselas, Gante, Lovaina y Amberes), sin necesidad de emigrar.

Los Primitivos Flamencos

Jan van Eyck (1390-1441)

Iniciador de la Escuela Flamenca, ejerció una gran influencia en los pintores de su época. Trabajó en algunas obras junto a su hermano Hubert. Su dominio técnico es asombroso, destacando por su estilo detallista y minucioso. Fue el gran perfeccionista de la pintura al óleo. Su obra, cargada de realismo, posee una profunda significación simbólica, con juegos de símbolos y lenguajes ocultos.

El matrimonio Arnolfini (1434) es una de sus obras más destacadas. Este cuadro de interior representa el rito nupcial del banquero italiano Arnolfini, afincado en Brujas, prometiendo fidelidad a su esposa en la alcoba de su mansión. Los dos hombres reflejados en el espejo cóncavo del fondo son los testigos de la boda; uno de ellos es el propio pintor, quien firma el cuadro con la leyenda: “Juan van Eyck estuvo aquí”. La ceremonia se manifiesta también en la única vela encendida de la lámpara, simbolizando el cirio que el padrino alumbra al sacerdote durante el oficio sacramental.

En el siglo XVI, este cuadro llegó a España, permaneciendo en las Colecciones Reales hasta la invasión francesa. Es posible que Velázquez se inspirara en la solución ilusionista del espejo para su obra Las Meninas. Van Eyck buscó la representación casi tridimensional de la realidad, aplicando la perspectiva y logrando una profundidad y un realismo desconocidos hasta entonces.

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