Maestros del Postimpresionismo: Gauguin, Cézanne, Toulouse-Lautrec y Van Gogh
Clasificado en Plástica y Educación Artística
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Paul Gauguin
Comenzó a pintar como aficionado dentro de la estética impresionista, pero evolucionó hacia formas más simplificadas y contundentes, con colores encerrados entre líneas nítidas. En 1886, antes de iniciar su viaje a Tahití, pintó su Cristo amarillo. Ya en los mares del Sur realizó su obra de tema exótico: El caballo blanco, Los senos de las flores rojas, y ¿Cuándo te vas a casar? Su obra presenta un gran vigor colorístico y expresa una preocupación metafísica y una intensa sensualidad. Su influencia fue decisiva para los pintores del fauvismo.
Paul Cézanne
En su juventud conoció a Pissarro, lo que le motivó a pintar, aunque con un estilo propio, desvinculado de toda escuela y de toda regla, basado en la fuerza constructiva del color, no sólo como elemento de contraste sino sobre todo de transparencia, de fusión y de vibración. En 1872 pintó una serie de paisajes al aire libre y, al año siguiente, realizó La casa del ahorcado, con la que participó en la primera exposición impresionista, tomando una nueva orientación pictórica.
Henri de Toulouse-Lautrec
Nació en el seno de una de las familias aristocráticas más importantes de Francia. Su familia se instaló en París en 1873. Como consecuencia de la consanguinidad de sus padres, padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos; conservó un torso normal, pero las piernas no le crecieron. Visitante asiduo del teatro, el circo y los burdeles, plasmó los recuerdos e impresiones de los lugares y de sus personajes en retratos y bocetos. Ejemplos son La Goulue entrando en el Moulin Rouge. En 1890 ya había madurado su estilo, se apartó del Impresionismo y se acercó decididamente a Degas, tal como revelan el rico cromatismo, la importancia dada a la línea en la formación de la figura, y el lugar preeminente ocupado por las dinámicas figuras tomadas de la sociedad contemporánea y plasmadas en posturas características y naturales. El artista pretende dar a sus trabajos el aspecto sencillo y espontáneo del esbozo y, en realidad, a menudo sus formas se reducen a lo esencial hasta tal punto que parecen casi estilizadas. En las figuras, la cabeza aparece más acabada que el resto del cuerpo, como si el ojo del pintor fuese el de una máquina fotográfica enfocada hacia un punto concreto, de tal modo que el resto quedase desenfocado. Rechazando el claroscuro y el sentido plástico de la forma, se sirvió de una perspectiva descendente, cortante, que recuerda tanto a las estampas japonesas como al arte fotográfico de su tiempo. Su cromatismo es teatral y fantasioso, hecho de rojos oscuros y verdes. No fue un artista del plein-air: la luz, en sus escenas al aire libre, es cambiante y poco natural. Destacó, sin embargo, en la representación de la vistosa atmósfera de la vida nocturna, artificial, sórdida y densa. A diferencia de los impresionistas, Toulouse-Lautrec insistió mucho en las expresiones de las caras para revelar un carácter o un estado emotivo, y exageró los rasgos hasta caricaturizar los rostros, fascinado por temas muy peculiares como prostitutas o criaturas marginadas por la sociedad, grotescas y, al mismo tiempo, profundamente humanas. En 1891 dibujó su primer cartel por encargo del Moulin Rouge para anunciar a los bailarines La Goulue y Valentín le Désossé.
Vincent van Gogh
Con 27 años ya había trabajado en una galería de arte, había dado clases de francés, había sido estudiante de teología y evangelizador entre los mineros de Wasmes, en Bélgica. Sus experiencias como predicador se pueden observar en sus primeras composiciones sobre campesinos, de las cuales la más conocida es la tosca y directa Los comedores de patatas (1885), uno de los diez únicos grabados que el pintor hizo a lo largo de su carrera.