Materialismo Histórico: Claves del Marxismo y la Lucha de Clases

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A lo largo de la historia, la contradicción se manifiesta en una lucha entre dos clases sociales antagónicas. De este modo, la lucha de clases se convierte en el motor de la historia.

En cada fase de la historia, la clase dominante se sirve de la superestructura para mantener su dominio: el Estado y las leyes, pero también el arte, la religión, la filosofía y la moral son el reflejo de los intereses de la clase dominante. La ideología de esta clase se extiende a toda la sociedad, que tiene una falsa conciencia, es decir, una visión deformada de la realidad que justifica los privilegios de la clase explotadora.

Esta teoría de la historia tiene en Marx la pretensión de ciencia y, como tal, un instrumento para descubrir las leyes por las que se rigen los cambios sociales, pero también para predecir el futuro de la historia. El análisis marxista descubre los diversos modos de producción históricos: la forma comunitaria de propiedad en la que se basaban las sociedades primitivas, el sometimiento del esclavo al amo en las sociedades esclavistas o el siervo al señor en las sociedades feudales y, finalmente, el modo de producción en la sociedad capitalista, basado en la propiedad privada de los medios de producción en manos del burgués capitalista y la explotación del proletariado. Este último análisis, que toma al capitalismo como tesis, desembocará en la predicción de un nuevo sistema económico y social que constituirá su síntesis: el comunismo.

El Socialismo Utópico

A mediados del siglo XIX, una serie de pensadores ingleses y franceses pusieron de manifiesto la necesidad de reformas sociales con el fin de terminar con la explotación de la clase obrera y las injusticias sociales. Algunas de sus propuestas de reforma llegaron incluso a ponerse en práctica. Entre estos pensadores destacaron Robert Owen en Inglaterra, y Saint-Simon, Charles Fourier, Louis Blanc y Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) en Francia. Marx los calificó de utópicos por la ingenuidad de sus propuestas –suponían que era posible llegar al socialismo sin una revolución–, y porque consideraban que sus proyectos carecían de base científica.

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