Metapsicología Freudiana: Conceptos Clave y Evolución (1914-1923)
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IIª Metapsicología Freudiana (1920-1923)
Curso: Fundamentos Teóricos Psicoanalíticos
Profesor: Ps. Eduardo Caulier Lillo
Bibliografía
- Freud, S. [1914], Introducción del narcisismo, O.C., vol. 14, Bs. Aires: Amorrortu, 1979. IIIª parte, pp. 89-98.
- Freud, S. [1933], «31ª Conferencia. La descomposición de la personalidad psíquica», Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, O.C., vol. 22, Bs. Aires: Amorrortu, 1979, pp. 53-74.
- Freud, S. [1933], «32ª Conferencia. Angustia y vida pulsional», Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, O.C., vol. 22, Bs. Aires: Amorrortu, 1979, (parte sobre la vida pulsional) pp. 88-103.
I. Hacia una Nueva Tópica: Introducción del Narcisismo (1914)
Desde 1914 hasta 1923, Freud desarrolla conceptos nuevos que van a modificar en forma significativa sus teorías sobre la represión y la angustia, y que van a concluir en un cambio de su modelo de aparato mental.
Dos grandes innovaciones conceptuales en 1914:
- Modificación del dualismo pulsional con la introducción de la «libido del yo» o «libido narcisista».
- Introducción del concepto de narcisismo y del proceso de formación del ideal del yo.
Teoría de las pulsiones hasta 1914:
- Pulsiones del yo o de autoconservación: tendencias a la búsqueda de adaptación a las exigencias de la realidad para la conservación de la vida individual.
- Pulsiones sexuales o libido.
El conflicto psíquico inconsciente: entre las pulsiones yoicas o de conservación y las pulsiones sexuales.
Reformulación, entre 1911-14, de la primera etapa libidinal:
- 1ª etapa, de autoerotismo: al inicio de la vida no hay la existencia de un yo, de un sí mismo; sólo hay búsqueda de placer puro, autoerótico.
- 2ª etapa, de narcisismo primario (narcisismo infantil): se produce la formación de un yo, que es tomado (investido) como objeto por la libido.
- Narcisismo = amor a sí mismo.
Características del narcisismo:
- Idealización de sí mismo: grandiosidad y omnipotencia del yo; ausencia de fallas, de deficiencias.
- Ausencia de equivocaciones.
- Omnipotencia de los pensamientos («pensamiento mágico»): lo que se quiere o teme se hace real.
Este cambio en las etapas libidinales conduce a una reformulación de la teoría de las pulsiones (1914):
- Las pulsiones de autoconservación o yoicas, en relación a las necesidades de adaptación a la realidad.
- Las pulsiones sexuales se dividen en:
- Libido de objeto: investidura libidinal del mundo externo.
- Libido del yo: investidura libidinal del yo = narcisismo (amor a sí mismo).
Desarrollo posterior de un narcisismo secundario: implica la formación de un «ideal del yo»:
- Heredero del narcisismo primario; ahora sobre este ideal recae el amor a sí mismo, como proyección en este ideal del narcisismo perdido de la infancia.
- Internalización de los ideales de los padres y de su influencia crítica, y de la posterior educación de la cultura (profesores, etc.).
Relación entre el ideal del yo y la instancia psíquica de autoevaluación del propio yo: la conciencia moral:
- Vela por el aseguramiento de la satisfacción narcisista a través de la comparación del yo actual con el ideal del yo.
- Condición de la represión: se reprime aquello inconciliable con el ideal del yo.
- Paradoja de los «ideales»: a mayor formación de ideales, mayor represión y mayor sentimiento de culpa (temor al castigo).
- Fuente del «malestar de la cultura»: a mayor progreso cultural, mayor infelicidad.1
II. Teoría Estructural de la Personalidad (1923)
1. Segunda teoría del aparato mental (1923): teoría estructural de la personalidad
Freud reordena las distintas funciones psíquicas de la personalidad en función de una división tripartita,2 al serle insuficiente su división entre el sistema Icc y el sistema Prcc-Cc, para diferenciar y especificar algunos procesos psíquicos fundamentales de la personalidad.
- El funcionamiento de la personalidad se divide en: yo, ello y superyó.
- La nueva división tripartita se superpone a la antigua diferenciación entre el sistema Icc y el sistema Prcc-Cc.
- La estructura tripartita de la personalidad refleja el efecto del atravesamiento del complejo de Edipo en la formación de la personalidad.
2. Subestructuras de la personalidad
a) El ello:
Es el aspecto más incognoscible y por lo tanto más impersonal (a-personal) de la personalidad: se manifiesta en las situaciones en que nos sentimos manejados por poderes ingobernables, ajenos a nosotros pero muy íntimos de nuestra personalidad, tendencias, pasiones que nos dominan y nos asustan.
Ello: en el sentido de eso, aquello impersonal que es parte de nosotros mismos, nuestra ex-2
1 S. Freud [1923], El malestar en la cultura, O.C., vol. 21, Bs. Aires: Amorrortu, 1979.
2 S. Freud [1923], El yo y el ello, O.C., vol. 19, Bs. Aires: Amorrortu, 1979.
timidad (J.-A. Miller): nuestra intimidad más ajena, externa, de nosotros.
Alberga también los aspectos y tendencias reprimidas por nuestro yo; tendencias que fuerzan constantemente por manifestarse en la conciencia, por lo tanto generando un conflicto inconsciente permanente con el yo.
Sede de las pulsiones más primordiales, filogenéticas (propias de la especie):
- Las pulsiones de vida o Eros: la tendencia a crear unidades cada vez más complejas; pulsiones de autoconservación y sexuales.
- Las pulsiones de muerte: la tendencia a volver al estado inorgánico (ausencia de tensión); se manifiesta como agresión o destrucción.
b) El superyó (Ideal del yo):
Función de observación y evaluación del yo en función de normas y valores; por lo tanto, cumple la función de conciencia moral: a través de una doble función:3
- Función narcisística como ideal del yo: modelo de perfección y de omnipotencia: motiva al yo a cumplir con los ideales que representa para la gratificación narcisista y la promesa de perfección y omnipotencia:
- Responsable de los ideales de perfección, de sabiduría, de bondad narcisista, etc., del Yo: el afán de plenitud, de omnipotencia (negación de las imperfecciones, de las fallas).
- Figura que cumple un rol de protección y salvación frente a nuestro desvalimiento y nuestras debilidades ante las exigencias y fuerzas implacables de la vida y del Destino.
- Función de reconocimiento y aceptación del yo: sentirse reconocido-amado por Uno omnipotente.
- Función de deber-prohibidor-castigador como superyó propiamente tal, en forma de representante de la autoridad y la Ley: impone obligaciones, exigencias, deberes, prohibiciones (tabúes) y amenazas de castigo al yo a través de la sumisión a su autoridad:
- Responsable de generar el sentimiento de deber y de culpa en el yo (aspecto sádico del superyó).
- Genera en el yo las motivaciones al sacrificio de sus propias necesidades narcisísticas o de amor propio en función del cumplimiento de sus exigencias.
- La preocupación por los demás, el altruismo, la renuncia a los placeres corporales, al bienestar, etc., son manifestaciones del sadismo superyoico en la medida en que tengan como exigencia el sacrificio de los propios intereses.
El superyó funciona siempre en función del principio de placer y de los procesos primarios: no distingue entre fantasía y realidad; toma lo deseado y lo temido como ya realizados.
De ahí su carácter no realista y excesivo de sus exigencias ideales y de los temores de castigo del yo:
- No toma en consideración si en la realidad se pueden cumplir sus exigencias de perfección.
- El superyó amenaza con castigo simplemente si el yo ha deseado realizarlas, independiente de si el yo haya realizado las conductas prohibidas o no.
Formación del superyó: a través de la internalización es decir, la asunción como propios de las exigencias e ideales de perfección, de las figuras de autoridad de nuestra historia vital: nuestros padres, maestros, parientes o personas que cumplieron un rol de autoridad o protección; los maestros, la cultura.
Se desarrolla, por lo tanto, a partir de los avatares del complejo de Edipo.3
3 Semejante a la diferencia entre las funciones de los dioses Mitra y Varu?a, de nuestra herencia indoeuropea; ver, G. Dumézil, Los dioses soberanos indoeuropeos, Barcelona: Herder, 1999.
Superyó y complejo de Edipo
El proceso de internalización y formación del superyó (conciencia moral) a partir del complejo de Edipo: es el fundamento de la formación de la eticidad en el ser humano, de la conciencia moral:
- Expresa el conjunto de tendencias y conflictos entre el deseo y la ley, que estructuran el núcleo o la base de la personalidad:
- Internalización de los ideales culturales en la conciencia moral expresados en los aspectos ideales de la figura paterna (formación del «ideal del yo», a nivel del superyó).
- Como promesa de lograr la perfección y omnipotencia (narcisismo) semejante a a la figura idealizada del padre.
- Internalización de los deberes y prohibiciones éticas culturales, representadas en las prohibiciones y exigencias paternas: formación del sentimiento de culpa y deber (aspecto castigador y exigente del superyó).
- Como efecto del complejo de castración: por el temor ante la amenaza paterna de ser castrado por su rebeldía (deseos incestuosos prohibidos), lleva a la asimilación de los aspectos castigadores y amenazantes de las exigencias paternas.
- También por efecto del Edipo invertido: deseo de someterse (= ser castrado) al Padre omnipotente y amado.
- Determina la formación de la identidad sexual del sujeto: en función del modo en que resuelve el conflicto edípico y el complejo de castración.
c) El yo:
Funciones del yo:
- Mantención de la organización coherente de los procesos anímicos del sujeto en su interacción con la realidad externa y la realidad interna, buscando el equilibrio entre las exigencias de las otras estructuras de la personalidad (el ello y el superyó) y las exigencias de la realidad, a través de:
- Gobernar el acceso a motilidad, y por lo tanto, la realización en la realidad de las motivaciones propias y del resto de las subestructuras de la personalidad.
- Cumple la función del examen de realidad: reconocer si un contenido de conciencia es de la realidad o es producto de nuestra fantasía (juicio de realidad).
- A través de los procesos de pensamiento y juicio, busca captar y adecuarse a las exigencias y limitaciones de la realidad en función de los procesos secundarios y el principio de realidad: postergar la satisfacción de las exigencias internas en función de las condiciones o exigencias de la realidad.
- Intenta sustituir a los procesos primarios y el principio de placer, que desconocen las exigencias y limitaciones, tanto propias como de la realidad, generando mayores situaciones de frustración.
- Mantención de la coherencia y consistencia de las representaciones del sí-mismo (concepto acerca de sí mismo, su autoimagen), en función de:
- La mantención de la gratificación de sus necesidades narcisistas: necesidad de admiración, de amor propio, de sentirse perfecto.
- En función de la evaluación de su cumplimiento de los ideales y exigencias del superyó (modelos de perfección narcisístico del ideal del yo), y de los temores de castigo del superyó por su incumplimiento.
- Rechazo o represión de aquellas representaciones, recuerdos y tendencias que van contra la imagen narcisista de sí mismo: aquello que le genera culpa, vergüenza, humillación en relación a los ideales superyoicos.4
- Estos aspectos reprimidos quedan escindidos, separados del resto del yo, en el ello.
- Transacción entre los deseos reprimidos y las exigencias superyoicas, disfrazando y desfigurando con los mecanismos de defensa (racionalización, formación reactiva, anulación, aislamiento y otros) los contenidos reprimidos, para que se manifiesten a nivel de la conciencia y la realidad, aunque de un modo indirecto.
Formación del yo: a partir de identificaciones: el yo asume como propios algunos rasgos de personalidad de personas importantes afectivamente para su gratificación narcisista, personas admiradas o idealizadas.
- Ejemplo: seguir los gustos del padre en la elección profesional, se asumiéndolos como propios.
3. Interacción entre los sistemas
Vasallajes del yo: necesidad de lidiar con tres exigencias y de lograr armonizarlas:
- Del ello: pulsiones primarias, impersonales, incognoscibles y vividas como ajenas por el individuo.
- Del superyó: exigencias de cumplimiento de ideales y de prohibiciones y edípicas.
- De la realidad: exigencias por parte de los otros, y limitaciones de las condiciones ambientales para las propias gratificaciones.
- Exigencias propias del yo: necesidades de gratificaciones narcisísticas (autoestima y estima de los demás; necesidades de admiración, de reconocimiento por lo semejantes, etc.).
Influencias mutuas entre el ello y el superyó:
Esquema del aparato psíquico
(Freud, El yo y el ello, 1923)5
En el ideal del yo:
- Heredero narcisismo primario: gratificaciones narcisísticas del yo.
- Como formación reactiva contra pulsiones del ello.
En el sadismo superyoico: severidad del carácter exigente, prohibidor y castigador del superyó, independiente de las experiencias reales vividas con los padres, es producto de la influencia en el superyó de la pulsión de muerte o agresión desde el ello.
- Aunque los padres no hayan sido excesivamente exigentes y castigadores, el superyó va a tener características sádicas hacia el yo, producto de la manifestación del ello en el superyó.
III. Teoría de las Pulsiones
Teoría pulsiones ‚ teoría motivaciones:
- Pulsiones: las motivaciones primarias (vida y muerte), provenientes del ello.
- Motivaciones: desde todas las instancias psíquicas (ello, yo y superyó), y de la realidad exterior.
Modificación teoría de las pulsiones, en 1920:4 introducción de otra dualidad entre las pulsiones:
- Pulsiones de vida, o Eros: pulsiones de conservación + pulsiones sexuales.
- Pulsiones de muerte, o de destrucción o agresión.
- Estas tendencias interactúan entre sí, mezclándose y desmezclándose en diferentes formas y proporciones, en todos los procesos psíquicos.
- Semejante a polaridad amor-odio, vinculado a la teoría de Empédocles de Agrigento (o Acragas) (s. V a.C), sobre los dos principios cosmológicos philía (Amistad o Amor) y neikos (Discordia u Odio), y a las fuerzas físicas de atracción y repulsión.
Pulsiones de vida:
La tendencia de lo vivo a buscar formar unidades cada vez más complejas, incorporando y desarrollando nuevos aspectos.
La tendencia a complejizar la vida por medio de la integración, la síntesis; tendencia al vínculo, a la unión con otros.
Abarca a las pulsiones yoicas (de autoconservación) y libidinales (pulsiones sexuales y las pulsiones narcisísticas, o libido yoica):
- Ya no se da el conflicto entre pulsiones de conservación y sexuales.
- También abarca las pulsiones sexuales sublimadas: aquellas pulsiones sexuales que, para su satisfacción, han sustituido su meta sexual directa por una meta no sexual pero socialmente aceptable.
Pulsiones de muerte:
Tendencia a lo inanimado, a lo inerte, a la descarga total de las tensiones: es un retorno de lo vivo de vuelta a su estado inicial, a lo inorgánico.
La tendencia más profunda y más muda de lo vivo de volver a su original estado inorgánico (eliminación de toda tensión, de todo movimiento).
- Influencia del hinduismo (búsqueda del nirvâ?a), a través del filósofo Arthur Schopenhauer (s. XIX).6
4 S. Freud [1920], Más allá del principio de placer, O.C., vol. 18, Bs. Aires: Amorrortu, 1979.
Tendencia a la desligazón (desunión) de las uniones producidas por la pulsión de vida.
Pero también se puede vincular con la lógica de lo sagrado (Mauss, Bataille):
- Las pulsiones de vida y el principio de placer y de realidad: en función de la lógica de lo profano, del principio de la utilidad y del costo/beneficio:
- Evitar el costo = dolor; buscar el beneficio = placer = aquello que es útil para la conservación de la vida individual (egoísmo).
- Las pulsiones de muerte y el más allá del principio de placer: en función del principio de la pédida y la trasgresión, a la base de la lógica de lo sagrado.
- El derroche y la destrucción, como expresión del desinterés de los límites de lo profano, para acceder a lo sagrado.
- Desde la lógica del costo/beneficio, el exceso y la trasgresión de lo sagrado, la pérdida suntuaria contra los límites de la utilidad, se evalúan como muerte y destrucción: el más allá del principio de placer es, en el fondo, más allá de los límites y temores de lo profano.
Sus manifestaciones:
Se manifiesta hacia el exterior como tendencia a la agresión y la destrucción.
- Al mezclarse con la libido: como tendencias sádicas hacia los objetos de amor.
Se manifiesta hacia el interior:
- Como masoquismo.
- Desde el superyó: en el sadismo de sus exigencias morales y la exigencia de automartirio sobre el yo.
- También se manifiesta como una «compulsión a la repetición» de tendencias o de situaciones que han sido penosas para nosotros: como una fuerza o Destino trágico, «lealtad invisible» y deuda hacia los padres o las divinidades, sacrificio, don.
Sólo alcanzamos el éxtasis en la perspectiva, aún lejana, de la muerte, de lo que nos destruye
Georges Bataille
«Prólogo» a Madame Edwarda