Modernismo y Generación del 98: La Renovación Literaria Española
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Modernismo y Generación del 98: La Renovación Literaria Española
La tradicional oposición entre el Modernismo y la Generación del 98 ha sido superada en la actualidad. Aunque existen diferencias entre ambos movimientos, se reconoce que tanto el Modernismo como el 98 forman parte del mismo período de renovación que marcó el inicio de la segunda Edad de Oro.
El Modernismo
A finales del siglo XIX y principios del XX se vivió un período de tensión debido a diversos conflictos. Destaca el movimiento conocido como modernismo, que surgió en Hispanoamérica. Los poetas modernistas deseaban distanciarse de la poesía de la antigua metrópoli, exceptuando la de Bécquer, y encontraron inspiración en otras literaturas, especialmente la francesa. De estas, adoptaron dos influencias principales:
- El parnasianismo, que defendía "el arte por el arte".
- El simbolismo, que presentaba el mundo a través de símbolos descubiertos por el poeta.
El modernismo aborda temas que apuntan en dos direcciones:
- Hacia el exterior y la evasión de la realidad, representada por paisajes exóticos, referencias a épocas pasadas y mitología clásica, así como una admiración por París y temas americanos.
- Hacia la intimidad del poeta, enfocándose en pasiones sobre lo racional, con elementos de melancolía, noche y tristeza, junto con la presencia del amor y el erotismo.
En lo que respecta al estilo, el modernismo enriqueció el lenguaje poético con la búsqueda de valores sensoriales y efectos sonoros, empleando símbolos como el cisne y el jardín, recursos fónicos como la aliteración, y una riqueza de imágenes deslumbrantes e innovadoras. Se caracterizó por el uso del verso libre, influenciado por las vanguardias europeas.
Rubén Darío
Principal representante del modernismo en España, introdujo este movimiento en el país. Su papel en la literatura puede compararse al de Garcilaso, ya que ambos renovaron temas y lenguaje poético, adaptando modelos literarios que no eran parte de la tradición poética española.
Su obra se divide en dos etapas:
- En la primera, modernista, destaca la publicación de "Azul", donde muestra preocupación por el ritmo y la musicalidad de los versos, seguida por "Prosas Profanas", donde alcanza la plenitud modernista, experimentando con ritmos e innovaciones métricas.
- En la segunda etapa, con su obra cumbre "Cantos de vida y esperanza", abandona la preocupación estética y se adentra en una poesía más íntima con temas sociales. Aquí, recupera las raíces históricas y literarias españolas. En esta etapa también se abordan preocupaciones políticas. Se destacan obras como "El canto errante", donde se enfatiza la melancolía y la nostalgia, y "Canto a la Argentina y otros poemas", un homenaje al primer centenario de la independencia de este país, donde Darío fue acogido.
La Generación del 98
La preocupación por España reúne a un grupo de intelectuales que, al igual que los modernistas, buscan renovar la estética literaria y critican el atraso del país, aunque optan por un arte más reflexivo. En 1901, el Manifiesto del Grupo de los Tres (Pío Baroja, Ramiro de Maeztu y José Martínez Ruiz, luego conocido como Azorín) sentaron las bases para que Azorín acuñara el término "generación del 98", que incluyó a Miguel de Unamuno y algunas obras de Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán. Aunque evolucionaron por caminos diferentes y el grupo se disolvió.
Los temas que unen a este grupo se centran en la preocupación por España. Perseguían una regeneración con orientación pragmática, comenzando con reformas educativas y económicas, y luego enfocándose en valores éticos y espirituales. Para comprender las causas de la situación del país, exploraron la tradición y la historia españolas, a menudo idealizadas. Además, abordaron inquietudes filosóficas como el enfrentamiento entre la fe y la razón, la muerte y la nada como destino final, y la búsqueda de sentido en una vida que parece ofrecer solo vacío vital.
El estilo es natural, sobrio y directo, con pocos adornos y ocasionalmente emplean un vocabulario local. Admiran a Bécquer, Rosalía de Castro, Larra y clásicos como Cervantes.
Los escritores de la Generación del 98 se destacaron en la novela y el ensayo, con figuras notables como Baroja, Unamuno y Azorín.
- En la novela, caracterizada por su reflexión y diálogo, se manifestaron preocupaciones éticas e históricas.
- En el ensayo, particularmente cultivado por Unamuno y Azorín, se combinaron ideas literarias, filosóficas e históricas, a menudo utilizando la figura de Don Quijote como símbolo del idealismo necesario para contrarrestar la decadencia de la España de la época.
- En poesía, la influencia del modernismo se unió a un tono más íntimo, encabezado por Antonio Machado.
Antonio Machado
La poesía de Machado destaca por su coherencia y evolución desde un enfoque íntimo hacia una mirada más amplia de la realidad y la sociedad de su época. Como miembro de la Generación del 98, muestra una revalorización del paisaje, la angustia por el paso del tiempo, la preocupación por España, el escepticismo y la primacía de lo espiritual sobre lo material.
La poesía de Machado se caracteriza por un lenguaje depurado y sobrio, que evoca emociones y reflexiones profundas, con un ritmo lento y cadencioso. Su obra se divide en tres etapas distintas:
- "Soledades, galerías y otros poemas": En esta etapa, Machado explora temas íntimos con un tono melancólico y simbolista, utilizando imágenes como la fuente y los espejos para expresar su angustia y desazón.
- "Campos de Castilla": Abandonando el modernismo, Machado se sumerge en el paisaje castellano para reflexionar sobre la historia y los problemas de España, mostrando una efusión sentimental hacia el paisaje y sus habitantes. Al final del libro, incluye breves poemas filosóficos llamados "Proverbios y cantares".
- "Nuevas Canciones": Esta etapa representa una poesía más universal y humana, donde Machado aborda temas filosóficos con preocupación. Aunque de menor calidad que sus obras anteriores, incluye piezas como "Canciones a Guiomar" y "De un cancionero apócrifo". La obra poética de Machado concluye con una serie de textos llamados "Poesía de Guerra".
El Teatro Español del Primer Tercio del Siglo XX
El teatro español del primer tercio del siglo XX puede dividirse en dos categorías principales:
Teatro de Éxito
Dirigido al público aristocrático y burgués, que continúa en gran medida con las tendencias del siglo XIX. Este teatro se caracteriza por su inclinación hacia ideales conservadores y su falta de crítica hacia la realidad, buscando principalmente la comercialización del texto. Destaca Jacinto Benavente, cuya obra, principalmente comedias de salón, retrata las clases altas sin transgredir los límites del público. Sin embargo, algunas excepciones, como "Los intereses creados", ofrecen una visión cínica de los ideales burgueses.
Además, emerge el teatro poético en verso como reacción al realismo predominante, con ejemplos notables como las obras históricas de Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa, aunque se critica su falta de profundidad temática.
En contraste, algunos autores buscaron fusionar elementos del teatro musical, como la zarzuela, en sus obras. Destaca Carlos Arniches, conocido por sus representaciones de costumbres madrileñas, como "El santo de la Isidra", y por su contribución al género de sainetes, elevándolo hacia la tragedia grotesca, que combina lo cómico y lo serio con una crítica social más profunda, como en "La señorita de Trévelez". Los hermanos Álvarez Quintero también se destacan, aunque su teatro carece de crítica y se centra en conflictos sentimentales, a menudo ambientados en Andalucía, como en "El patio". Pedro Muñoz Seca, por otro lado, ganó fama con su teatro de estilo astracán, caracterizado por su humor absurdo, destacando obras como "La venganza de don Mendo".
Teatro Innovador
Se observa una ruptura total con las tendencias anteriores, tanto ideológicas como estéticas, mostrando actitudes inconformistas y un marcado carácter antiburgués. Se busca adaptarse a la experimentación e innovación europea, destacando el teatro noventayochista, novecentista y del grupo del 27.
En el teatro del 98, las obras de Unamuno se centran en la construcción de personajes y conflictos internos, presentando dramas de ideas con diálogos densos. Por otro lado, Azorín explora lo irreal y simbólico, destacando "Angelita", una obra que aborda el paso del tiempo. Sin embargo, la figura más destacada indiscutiblemente en el teatro del 98 es Ramón María del Valle-Inclán.
Valle-Inclán
Es considerado uno de los autores más originales en la escena española y europea. Su teatro incorpora una variedad de estilos y tendencias, desde el impresionismo hasta técnicas cinematográficas, desafiando las categorías tradicionales. Su teatro es espectacular, visual y dinámico, lleno de juegos e ironías. Las extensas acotaciones, aunque poéticas y complejas, a veces dificultan la representación teatral al estar más orientadas hacia los lectores que hacia los actores. Como resultado, su obra fue poco representada hasta los años 60, y aún entonces con dificultades.
Atraviesa diversas etapas en su teatro, según algunos estudiosos.
- Comienza con un período poético, con obras como "El marqués de Bradomín", que exhiben un estilo modernista.
- Luego, su ciclo mítico presenta escenarios rurales en Galicia, explorando personajes movidos por instintos primarios, como en "Divinas palabras" y la trilogía "Las comedias bárbaras".
- La fase de la farsa se vuelve más crítica hacia los valores y costumbres de la época, anticipando el esperpento con la degradación de los personajes y el lenguaje, como en "Farsa infantil de la cabeza del dragón".
- Finalmente, llega al esperpento, una innovación radical que distorsiona la realidad a través de una visión crítica y deformadora, como se ve en "Martes de carnaval" y "Luces de bohemia".
Federico García Lorca
El teatro de Lorca es una de las cimas de la dramaturgia española, con temas recurrentes como el amor imposible o frustrado, el conflicto entre deseo y realidad, y la lucha entre el principio de autoridad y la libertad. Lorca da un protagonismo especial a los personajes femeninos, entendiendo que en esa sociedad patriarcal y machista, las mujeres encarnaban dramáticamente la búsqueda de libertad y realización personal. Su estilo se caracteriza por un profundo lirismo que gradualmente se torna más desnudo y dramático.
Su obra teatral refleja una evolución paralela a su poesía. Destacan obras como "Mariana Pineda", un drama histórico basado en una mujer liberal ejecutada durante el reinado de Fernando VII, y las cuatro farsas, que incluyen tanto piezas para guiñol como para actores, como "La zapatera prodigiosa" y "Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín". También aborda temas como el envejecimiento y la pérdida del amor en "Doña Rosita la soltera". Sus obras de influencia surrealista, como "Así que pasen cinco años" y "El público", exploran la pasividad ante la vida y el rechazo social al amor homosexual.
Sin embargo, son sus llamadas tragedias lorquianas las que merecen una mención especial. Obras como "Bodas de sangre", "Yerma" y "La casa de Bernarda Alba" retratan el enfrentamiento entre las convenciones sociales y la libertad y pasión individuales en el contexto rural. Estas obras destacan por su profundidad y la intensidad de los conflictos presentados, como la tragedia de un amor que termina en desgracia, la lucha de una mujer por ser madre y el enfrentamiento entre la represión y los deseos de libertad.
El Novecentismo
También conocido como generación del 14, fue un movimiento que surgió entre el modernismo, la generación del 98 y las vanguardias. Aunque compartió ciertas ideas reformistas y europeístas con la generación del 98, se destacó por su enfoque intelectual en el arte, rechazando el sentimentalismo. Ejercieron influencia a través de la prensa y la universidad, proponiendo reformas sociales y políticas. Renovaron la lengua literaria ampliando el vocabulario y utilizando derivaciones, neologismos y tecnicismos. Algunos consideran a Juan Ramón Jiménez como parte de este movimiento, aunque su participación en la vida literaria de la época fue limitada.
Las Vanguardias
Surgieron tras la Primera Guerra Mundial, buscando abolir la tradición y crear un arte libre en sus formas expresivas. Movimientos como el futurismo, el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo y el expresionismo destacaron en este período.
- El futurismo enfatizó la dinámica y la velocidad.
- El cubismo descompuso y recombinó la realidad mediante formas geométricas.
- El dadaísmo negó y se burló del sistema de valores establecido.
- El surrealismo exploró lo subconsciente e irracional.
- El expresionismo buscó expresar lo interior y esencial.
Estos movimientos influenciaron significativamente el arte posterior.
En España, las vanguardias dieron origen a dos movimientos propios:
- El ultraísmo se basó en la metáfora inspirada en la dinámica del mundo moderno.
- El creacionismo buscó crear una nueva realidad poética sin referencias sentimentales o morales.
Ramón Gómez de la Serna, destacado representante de la vanguardia en España, difundió sus ideas literarias y su ingenio a través de libros, revistas y tertulias literarias. Su visión del mundo como un circo grotesco influyó en su estilo literario, que abarcó teatro, prosa y biografías con un marcado sentido del humor. Su invención de las greguerías, combinando humorismo y metáfora, ofreció una perspectiva incoherente y humorística de la realidad.
Generación del 27
Aunque cada miembro de la Generación del 27 tenía su estilo único, compartían ciertas características como su convivencia en la Residencia de Estudiantes, colaboración en revistas literarias y la inclusión de sus obras en la antología de Gerardo Diego. Buscaban un equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, alternando entre hermetismo y claridad, y mezclando lo culto y lo popular en sus poemas. Combinaban influencias de las vanguardias con la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Machado, Darío, Bécquer, Garcilaso, entre otros. Temáticamente, abordaban las contradicciones del mundo moderno, el amor como deseo insatisfecho, el compromiso político y social, y en la etapa del exilio, la nostalgia y el sinsentido de la existencia. A pesar de las diferencias en sus vidas y evolución poética.
La nómina de la generación del 27, recoge a:
- Pedro Salinas: Su poesía destaca por un tono intelectual con paradojas y metáforas, utilizando un lenguaje aparentemente sencillo. Obras como "Fábula y signo" reflexionan sobre la relación entre el yo y la materia fugaz, mientras que "La voz a ti debida" refleja una visión idealista del amor. Tras la Guerra, su obra como "Largo lamento" refleja la nostalgia por España y la modernidad urbana de Estados Unidos.
- Gerardo Diego: Evoluciona entre la libertad creadora de la vanguardia y una vuelta a lo tradicional tras la guerra, como se ve en obras como "Imagen" y "Manual de espumas" antes de la contienda, y en "Alondra de verdad" después de ella.
- Jorge Guillén: Se acerca a la idea juanramoniana de poesía desnuda, prescindiendo de elementos superficiales para buscar la denominación directa mediante sustantivos y estructuras oracionales sencillas. Su obra completa se recoge en "Aire nuestro", que incluye poemarios como "Cántico", "Clamor", "Homenaje" y "Final".
- Vicente Aleixandre: Destaca por su riqueza imaginativa y léxica, influenciada por el surrealismo. Su obra pasa por etapas donde aborda temas como el amor, la existencia humana y la reflexión sobre su propia vida, como se ve en obras como "Espadas como labios", "Historia del corazón" y "Poemas de la consumación".
- Rafael Alberti: Experimenta con diferentes estilos y temas a lo largo de su carrera, desde el uso de formas tradicionales hasta técnicas surrealistas. Destacan obras como "Marinero en tierra", donde combina métrica popular y formas clásicas, y "Sobre los ángeles", que muestra una visión del mundo como caos.
- Luis Cernuda: Evoluciona desde una rigurosa formalidad hacia una poesía más conceptual y surrealista, con una sensibilidad profunda. Su obra completa se recoge en "La realidad y el deseo", con poemarios como "Perfil del aire", "Los placeres prohibidos" y "Como quien espera el alba".
- Dámaso Alonso: Conocido por su obra "Hijos de la ira", una poesía existencial que refleja su desamparo y protesta contra la injusticia y la podredumbre.
- Federico García Lorca: Su obra está marcada por el destino trágico y la frustración, con temas como la marginalidad y la injusticia social. Obras como "Poemas del cante jondo" y "Romancero gitano" representan su identificación con lo popular y su elaborada estilización culta, mientras que "Poeta en Nueva York" retrata la deshumanización y la injusticia social. Su elegía "El llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías" también es destacable.
Juan Ramón Jiménez
Un puente entre el modernismo y las vanguardias, es reconocido por su poesía pura. Su obra se divide en tres etapas:
- Época sensitiva: Influenciada por el Romanticismo y el Simbolismo, con obras como "Arias tristes" y "Platero y yo", donde explora la melancolía en paisajes delicados.
- Época intelectual: Destaca "Diario de un poeta recién casado", donde mezcla prosa y verso, mostrando una visión triple del viaje. Su poesía se vuelve cada vez más conceptual, enfatizando su dificultad y dedicándola "a la minoría siempre".
- Época suficiente o verdadera: Corresponde a su poesía del exilio, como "La estación total" y "Dios deseado y deseante", donde manifiesta ansias de eternidad con una poesía construida con imágenes irracionales y desprovista de rima o estrofa.
La Novela Española del Siglo XX
La Guerra Civil marca un quiebre en la literatura española, especialmente en la novela, cuyo desarrollo se ve detenido. En las décadas siguientes, el aislamiento internacional impide la influencia de nuevas formas narrativas europeas. Con la apertura al exterior en los años sesenta, comienza una renovación experimental de la novela española. Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, la novela se vuelve el género más popular, con diversas generaciones, tendencias y estilos coexistiendo.
La Década de los 40
Es una época marcada por la censura ideológica y moral y por las dificultades económicas. La mayoría de las novelas se adscriben a la tradición realista y aparecen dos tendencias:
- Novela ideológica escrita por los llamados "novelistas con el imperio", jóvenes afines al régimen vencedor en la Guerra Civil que quieren dejar constancia de la victoria. Utiliza técnicas narrativas tradicionales y trata temas como la gesta heroica o la religiosidad. Podríamos destacar, Los cipreses creen en Dios, de José Mª Gironella.
- El existencialismo, reflejando la amargura de la vida cotidiana. Obras como "Nada" de Carmen Laforet y "La familia de Pascual Duarte" de Camilo José Cela exploran la lucha del individuo con su destino y las circunstancias de la posguerra. Además, la novela desde el exilio, representada por autores como Ramón J. Sender, Francisco Ayala, Max Aub y Rosa Chacel, aborda temas como la distancia y la reflexión sobre el pasado.
Tratan temas como la lucha del individuo con su destino o con las circunstancias que lo rodean, la cercana Guerra Civil, la vida gris y sombría del momento, la subsistencia, la frustración o la soledad. Desde el punto de vista formal son novelas también realistas que se mantienen en la tradición de las técnicas narrativas anteriores, aunque con algunos intentos de renovación, como es el uso de la primera persona narrativa.
En la Década de los 50
Surge la novela social en España, reflejando preocupaciones colectivas y sociales. Los novelistas abordan temas como las secuelas de la guerra, la desigualdad social, la injusticia y la pobreza. Dos enfoques predominan:
- El realismo testimonial, representado por obras como "El Jarama" de Rafael Sánchez Ferlosio, que presenta la realidad de manera objetiva.
- El realismo crítico, ejemplificado por novelas como "Las afueras" de Luis Goytisolo, donde se denuncia explícitamente la realidad social mediante comentarios del narrador y la representación de personajes que encarnan diferentes clases sociales.
La novela del realismo social en la década de los 50 supera a la existencialista en innovaciones técnicas, influenciada por el cine y la literatura estadounidense y neorrealismo italiano. Destacan técnicas como el punto de vista objetivista y el montaje de la trama en secuencias, similares al cine. Las historias se sitúan en la época contemporánea al autor, con personajes "tipo" que representan clases sociales o grupos específicos.
La narración es lineal en un tiempo reducido, con predominio del estilo directo. Autores destacados de esta generación incluyen a Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Juan Goytisolo y Ana María Matute, entre otros.
En la Década de los 60
Se produce una renovación narrativa experimentalista, influenciada por los cambios sociales como el pacifismo, el movimiento hippie, el feminismo y las protestas estudiantiles. Se reconocen a grandes narradores europeos como Kafka o Proust, y se publican obras clave del "boom" de la novela hispanoamericana, como "Cien años de soledad" de García Márquez. La novela "Tiempo de silencio" de Luis Martín Santos, marca el inicio de esta renovación en la narrativa española, centrada en el fracaso existencial del protagonista en un mundo difícil y mísero. La obra se compone de sesenta y tres secuencias narrativas separadas por espacios en blanco, con mínima trama argumental y abundantes descripciones y análisis sociológicos y psicológicos de la España de la época.
La renovación narrativa de los años 60 se caracteriza por el uso de nuevas técnicas narrativas, como la multiplicidad de puntos de vista, el monólogo interior, la ruptura de la linealidad y la incorporación de materiales ajenos a la novela. Autores como Juan Marsé con "Últimas tardes con Teresa" y Juan Benet con "Volverás a Región" contribuyen a este movimiento. La novela experimentalista, consolidada en esta década, alcanza extremos insospechados en los setenta, desafiando la forma tradicional de la novela. Ejemplos destacados son "Si te dicen que caí" de Juan Marsé y "La saga/fuga de J.B." de Torrente Ballester.
Camilo José Cela
Es reconocido por fundar el "tremendismo" con su obra pionera, "La familia de Pascual Duarte", que retrata la vida de personajes marginados inmersos en la incultura y el dolor. "La colmena", otra obra importante, ofrece una visión despiadada del Madrid de posguerra a través de más de trescientos personajes en secuencias narrativas. Posteriormente, incursiona en una etapa experimentalista con obras como "Mazurca para dos muertos" y "Cristo versus Arizona". Su dominio del lenguaje, la innovación narrativa y su sátira lo destacan como uno de los grandes escritores de su tiempo.
Miguel Delibes
Comenzó su carrera novelística en el ámbito existencial, pero pronto se adentró en el realismo rural, denunciando las condiciones de vida míseras en los pueblos bajo el dominio del latifundismo. Obras como "El camino", "Las ratas" y "Los santos inocentes" reflejan esta temática social. También incursionó en el realismo urbano, criticando la desolación humana en obras como "La hoja roja" y censurando a una burguesía provinciana en "Mi idolatrado hijo Sisí" y "El príncipe destronado". En su incursión en la novela experimental, destacó con "Cinco horas con Mario", un monólogo en segunda persona que aborda diversos temas sociales con un lenguaje coloquial.
Delibes mostró una fidelidad a su entorno, especialmente a Valladolid y al campo castellano, observando tipos y situaciones desde una perspectiva católica liberal. Su obra refleja una crítica a los excesos y violencias urbanas, así como una representación precisa y bella del mundo rural.
El Teatro Español de Posguerra
En general, el teatro fue el género menos favorecido durante este periodo debido a los condicionamientos comerciales e ideológicos, agravados por la Guerra Civil. Prevalecieron los autores que buscaban solo entretener al público, relegando al teatro que buscaba renovación y planteamientos más serios a minorías. Se distingue un teatro visible, orientado al entretenimiento, y otro más subterráneo, que intentaba responder a nuevas demandas sociales o estéticas, aunque apenas se representaba.
En la Década de los 40
El teatro español se desarrolló en tres líneas principales:
- Alta comedia, caracterizada por comedias de salón que defendían valores tradicionales y criticaban amablemente las costumbres. Autores destacados incluyen a José María Pemán, Luca de Tena y Edgar Neville.
- Teatro cómico, representado por obras de poco valor y también por piezas interesantes que anticiparon el teatro del absurdo, como las de Jardiel Poncela y Miguel Mihura, como "Eloísa está debajo de un almendro" y "Tres sombreros de copa", respectivamente.
- Teatro grave e inconformista, inicialmente influenciado por el existencialismo y posteriormente orientado hacia el realismo social. Obras fundamentales de esta corriente son "Historia de una escalera" de Buero Vallejo y "Escuadra hacia la muerte" de Alfonso Sastre, que abrieron el camino para el teatro social-realista.
A Partir de los Años 50
Se establece el teatro social-realista, dominando hasta mediados de los 60 y protagonizado por autores de la "generación realista" como Lauro Olmo o Carlos Muñiz.
Características principales:
- Busca testimoniar y denunciar la realidad española, impulsando el cambio social y político.
- Temática centrada en los problemas de la clase trabajadora, destacando injusticias sociales y explotación laboral.
- Los personajes son retratados como víctimas.
- Estilo estético influenciado por el realismo naturalista o expresionista, combinado con elementos de la tragedia grotesca y el teatro popular.
- Empleo de un lenguaje directo y provocador, con uso frecuente de coloquialismos y expresiones vulgares.
En los Años 60
Surge un nuevo público joven y universitario, mientras que la censura relaja su control. Aunque el teatro comercial sigue dominando, se presentan intentos de renovación en dos frentes:
- Autores opuestos al realismo, que conciben el teatro como un "espectáculo total", dando relieve a los aspectos escénicos y buscando la participación activa del espectador. Utilizan parábolas o farsas para criticar el régimen de Franco. Destacan J. M. Bellido, José Ruibal y otros jóvenes autores.
- Grupos de teatro independiente, como Teatro Experimental Independiente, Tábano y Els Joglars, que actúan al margen de los circuitos comerciales. Su enfoque crítico va más allá de lo político y social, incorporando expresión corporal, danza y música en sus representaciones.
Además, destacan autores como Fernando Arrabal, representante del "teatro pánico" se caracteriza por la provocación y el desenfreno, esta lleno de humor, situaciones disparatadas y juegos de palabras, mezcla lo vanguardista con lo esperpéntico, lo absurdo, lo superrealista,lo poético,lo cruel, para crear un efecto de sorpresa. Francisco Nieva, conocido por su lirismo y escena barroquista, y Antonio Gala, autor de teatro simbólico sobre temas humanos.
Antonio Buero Vallejo
Como dramaturgo trágico, aborda la tragedia desde una doble función: inquietar y curar. Sus obras plantean problemas sin ofrecer soluciones definitivas, dejando finales abiertos para la reflexión del espectador. Temáticamente, explora el anhelo de realización humana y sus limitaciones, tanto en el plano existencial como en el social y político, utilizando el posibilismo para denunciar indirectamente injusticias.
Aborda en sus obras el anhelo de realización humana y las limitaciones que enfrenta el individuo en su búsqueda de felicidad, verdad y libertad. Este tema se desarrolla en dos planos:
- El existencial, donde explora el sentido de la vida y las ilusiones y fracasos del ser humano.
- El social y político, donde denuncia injusticias y opresiones utilizando el "posibilismo" para hacerlo de manera indirecta, situando sus obras en épocas pasadas o escenarios imprecisos.
Su obra se divide en tres etapas:
- Una primera época centrada en lo existencial.
- Una segunda con mayor énfasis en la crítica social y un drama histórico.
- Una tercera época donde las preocupaciones existenciales y sociales se vuelven más explícitas y aumenta la experimentación formal.
A lo largo de su trayectoria, Buero Vallejo ha sido el gran autor trágico del teatro español contemporáneo, manteniendo un éxito notable a pesar de la naturaleza sombría e inconformista de su teatro.
El Teatro Español a Partir de los Años 70
Tras la muerte de Franco y el fin de la censura, se esperaba un cambio radical en el panorama teatral. Sin embargo, el teatro experimentó una crisis persistente debido a la competencia con otros entretenimientos masivos como el cine, la televisión y el fútbol. A pesar de ello, con la llegada de la democracia, continuó predominando el teatro comercial, aunque se observó un crecimiento significativo de instituciones teatrales oficiales y grupos independientes, junto con la presencia del teatro alternativo, que, aunque con recursos limitados, mantenía viva la aspiración de renovar el teatro.
A partir de los años setenta, se observa un cambio significativo en el panorama teatral. Se introducen políticas de apoyo económico estatal que fomentan la creación de festivales, teatros y otorgan subvenciones. Surge la Compañía de Teatro Clásico para preservar obras del Siglo de Oro. Se incrementa la presencia de compañías de aficionados y se recuperan obras censuradas durante la dictadura. El teatro de calle y el independiente ganan protagonismo, promoviendo la interacción con el público. Los espectáculos musicales también cobran relevancia, adaptando éxitos musicales y cinematográficos. Además, se consolida el teatro independiente como motor de la innovación escénica.
Las Compañías de Teatro Independiente
Se han consolidado como profesionales y líderes en experimentación e investigación teatral. Han influido en el circuito teatral tradicional. Destacan:
- Els Comediants: Con un enfoque lúdico, integran elementos de fiestas populares y teatro callejero para crear espectáculos festivos y participativos. Critican de manera paródica el poder y los tipos sociales. Obras notables incluyen "Catacroc" y "Alé".
- La Cuadra: Centrada en la cultura popular andaluza, combina investigación cultural con denuncia política. Obras como "Quejío" y "Andalucía amarga" reflejan esta fusión.
- La Fura dels Baus: Con montajes participativos y espectaculares en espacios no convencionales, integran lo audiovisual, la música y elementos carnavalescos. Reducen la importancia de la palabra a favor del movimiento y la plasticidad. Ejemplos son "Origens" o "Mediterráneo, mar olímpico".
- Els Joglars: Basándose en la expresión corporal y pocos objetos escénicos, transmiten una actitud crítica y de protesta. Obras notables incluyen "Ubú president" y "Daaali".
Autores
Entre los autores que han dejado su marca en los escenarios españoles en las últimas décadas, destacan:
José Sanchís Sinisterra: Con obras que buscan la implicación del espectador, integra trama y reflexión sobre el teatro. Destaca ¡Ay, Carmela!, que aborda el tema del teatro durante la Guerra Civil a través de cómicos ambulantes.Fernando Fernán Gómez: Reconocido actor y dramaturgo, buscó un estilo propio enriquecido por diversas influencias. Su obra más representada, "Las bicicletas son para el verano", expone la huella de la Guerra Civil en una familia de Madrid.Antonio Gala: Con sólida unidad temática y técnica, destaca por su dominio de los registros lingüísticos. "Anillos para una dama" es una de sus obras más reconocidas.Fermín Cabal: Formado en grupos de teatro independiente, aborda problemas de la sociedad española contemporánea con una crítica ácida y toques de humor. Obras como "Tú estás loco, Briones" y "Vade retro!" tratan temas como la Transición y la religión.
JOSE LUIS ALONSO DE SANTOSProfundamente ligado al teatro desde su juventud, ha dejado una marca significativa en la escena teatral española. Fundador de grupos como Tábano y colaborador en iniciativas como Teatro Experimental Independiente, su contribución al teatro español es vasta. Ha dirigido la Compañía Nacional de Teatro Clásico y presidido la Academia de las Artes Escénicas de España.Con cerca de cincuenta obras estrenadas, Alonso de Santos ha revitalizado el género costumbrista con una mirada satírica a los problemas sociales, desde la violencia urbana en "La estanquera de Vallecas" hasta el tema de la droga en "Bajarse al moro". Su dominio del lenguaje coloquial y marginal refleja una línea costumbrista que se remonta a los sainetes del siglo XX, pintando un Madrid castizo habitado por personajes entrañables y perdedores que luchan por sobrevivir en los barrios más difíciles. Su teatro, compasivo y humorístico, es una radiografía de la España de los años 70 y 80, reflejando la vida cotidiana y los problemas de las clases menos privilegiadasAborda en sus obras conflictos existenciales entre la realidad y los deseos, con toques de humor irónico y ternura. Sus obras se clasifican en tres temáticas principales: inspiración literaria, problemas existenciales y ambiente urbano. En inspiración literaria, sus personajes son cómicos que ensayan o representan alguna pieza, como en ¡Viva el duque, nuestro dueño! o La verdadera y singular historia de la princesa y el dragón. En cuanto a los problemas existenciales, aborda conflictos sobre la conducta, el paso del tiempo o el choque entre la realidad y los sueños, como se ve en obras como Del laberinto al 30 o El álbum familiar. Por último, en sus obras de ambiente urbano, retrata a jóvenes marginados o desarraigados que enfrentan la rudeza de la realidad, donde la violencia juega un papel decisivo, destacándose obras como La estanquera de Vallecas o Bajarse al moro.EN LAS ÚLTIMAS DÉCADASEn el panorama teatral más reciente, ha surgido un nuevo enfoque caracterizado por un realismo que aborda los problemas íntimos del individuo en una sociedad marcada por nuevas problemáticas como la incomunicación, la inseguridad y la soledad. Los personajes son actuales y urbanos, con dificultades para establecer relaciones sólidas o arraigar en su entorno. Este teatro se caracteriza por un tonoágil, utilizando humor, ironía e incluso agresividad, con un lenguaje directo que refleja el habla cotidiana. Además, emplea una variedad de lenguajes escénicos y escenarios diversos, desde pequeños espacios culturales hasta cafés.Un autor destacado en esta corriente es Juan Mayorga, cuyas obras se centran en la reflexión sobre la construcción de la identidad, presentando monólogos y dificultades de comunicación entre los personajes. No se limita a representar hechos, sino que explora las perspectivas de diferentes personajes. Algunas de sus obras son El jardín quemado, sobre la Guerra Civil, El chico de la última fila, que trata sobre la observación de la vida de los otros y las relaciones entre ficción y realidad, y su última obra, El cartógrafo.Aunque hay otros autores destacados en los últimos años, como los de la llamada "generación Bradomin", en honor a los premios así denominados, es difícil clasificarlos sin una perspectiva más amplia. Lo que está claro es que el teatro, a principios del siglo XXI, parece estar en un buen momento.