Motores de la Revolución Industrial: Textil y Metalurgia en Inglaterra

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Sectores Pioneros de la Revolución Industrial Inglesa

La Industria Textil

La industria textil inglesa, desde mediados del siglo XVIII, experimentó un continuo crecimiento. La materia prima fundamental, el algodón, resultaba barata y procedía de la India o de EE. UU., desde sus grandes plantaciones esclavistas.

El proceso de transformación del algodón tenía dos fases principales: el hilado y el tejido. Un primer avance significativo fue la lanzadera volante de John Kay (1733), que permitió elevar la producción de tejido. Sin embargo, esto provocó un desequilibrio con las operaciones de hilar, haciendo necesario fomentar nuevas invenciones en esta área.

Cuando diversos inventos lograron aumentar la producción de hilo, se planteó nuevamente un desequilibrio, esta vez en detrimento de las operaciones de tejer. Era imperativo inventar un telar que trabajara a mayor velocidad, papel que correspondió al telar mecánico de Cartwright (1787).

El proceso de innovación no se detuvo ahí. Desde fines del siglo XVIII, la máquina de vapor se adaptó tanto al hilado como al tejido, lo cual revolucionó completamente este sector. Como resultado, la producción de tejidos de algodón ingleses se multiplicó por cien entre 1780 y 1850, mientras que el número de trabajadores en la industria algodonera se multiplicó por siete. Las innovaciones tecnológicas lograron revolucionar drásticamente la productividad de la industria textil.

La Industria Metalúrgica

Los avances económicos que estaban teniendo lugar en Inglaterra contribuyeron a impulsar la demanda de productos de hierro, es decir, de la industria siderúrgica. La revolución agraria requirió más aperos y herramientas de hierro, y la industria textil necesitaba la fabricación de máquinas de hilar y de tejer.

Además, desde fines del siglo XVIII, comenzó a utilizarse el hierro como material de construcción en viviendas, canales, puentes y fábricas. El aumento de la producción y de la productividad dependía de la introducción de innovaciones tecnológicas en la fabricación de hierro.

Fue necesario sustituir el carbón vegetal, cuyo uso ponía en peligro el bosque inglés y frenaba la producción de hierro, por un carbón mineral (hulla), cuyas reservas eran abundantes en Inglaterra. Los grandes hornos, donde se realizaba la fundición del mineral de hierro, necesitaban grandes cantidades de carbón. Por ello, las empresas siderúrgicas se concentraron cerca de los yacimientos hulleros (Lancashire, Yorkshire, Tierras Bajas de Escocia).

Sin embargo, la hulla no podía emplearse directamente en los altos hornos. Era necesario convertirla previamente en coque (una hulla destilada de sus elementos sulfurosos), a través de un método ideado por Abraham Darby (1709). Posteriormente, Henry Cort, en 1786, introdujo el sistema de afinado o “pudelado” en un horno mayor, utilizando coque como combustible. La masa obtenida era laminada entre cilindros movidos con energía de vapor.

A partir de 1840-1850, la demanda de productos de hierro recibió un nuevo impulso que ayudó a consolidar esta industria. Esto fue consecuencia de factores como la construcción del ferrocarril, la mecanización de un gran número de industrias, el rápido proceso de urbanización y el aumento de los gastos militares por los Estados.

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