Mutacionismo y Neodarwinismo: Evolución Genética y Selección Natural
El Mutacionismo
A mediados del siglo XX, el fraile austriaco Gregorio Mendel llevó a cabo diferentes experimentos de hibridación con guisantes, que mostraron que las leyes de la herencia se regían según cualidades de tipo estadístico. Estos experimentos pasaron desapercibidos hasta comienzos del siglo XX, pero fueron redescubiertos, entre otros, por Hugo De Vries, Lucien Cuénot y Morgan. Modificaron las teorías de Darwin, sustituyendo la idea de variación continua por la de variación discontinua o mutación. En efecto, los seres vivos están expuestos a varias modificaciones, unas de carácter superficial y otras que afectan a los componentes genéticos. Las primeras no se transmiten, y las segundas, actuando sobre las células germinales, originan cambios que se transmiten a los descendientes y pueden originar variaciones específicas.
Teoría Sintética o Neodarwinismo
Esta teoría, adaptada oficialmente por el mundo científico contemporáneo, explica la evolución como el resultado de la selección natural y de las mutaciones. Sus tesis principales son:
- La existencia de una gran variabilidad genética, que se evidencia en la cantidad de fenotipos que se obtienen aleatoriamente a partir del patrimonio genético común de cualquier especie.
- Según esto, la evolución parte de una base genética: las mutaciones, mediante las que los contenidos genotípicos se combinan de forma aleatoria.
- La selección natural: en las transmisiones antes señaladas, desempeña un papel destacado la selección natural, la cual tiende a eliminar los genotipos desfavorables y favorece la existencia y la propagación de los genes mejor adaptados.
En la dirección, velocidad y consecuencias de la evolución intervienen una gran cantidad de factores: el tiempo de sucesión de las generaciones, la extensión y las condiciones geográficas, las dimensiones de la población considerada, la amplitud y las características del proceso mutacional, la relación de unos especímenes con otros, etc.