Nietzsche y la Influencia del Romanticismo: Apolíneo vs. Dionisíaco
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La Filosofía del Romanticismo y su Influencia en Nietzsche
La obra de Nietzsche representa una crítica radical y demoledora a la cultura occidental y, al mismo tiempo, es una propuesta para pensar la realidad de un modo diferente. Nietzsche elabora un pensamiento de la sospecha con el que intenta desenmascarar los motivos ocultos que explican el afán racionalista y nuestras convicciones morales.
El pensamiento de Nietzsche puede interpretarse como una afirmación del vitalismo y el valor único del individuo. Con esta última afirmación nos acercamos al Romanticismo, que defendía la primacía del sentimiento y las pasiones individuales sobre la razón.
Dos representantes significativos del Romanticismo son el filósofo Arthur Schopenhauer y el músico Richard Wagner. Ambos ejercieron una gran influencia en el pensamiento de Nietzsche.
Schopenhauer y la Voluntad
Schopenhauer no creía que lo real pudiera ser racional, sino una fuerza irracional a la que llama voluntad. Él afirma que existe una voluntad en todos los seres vivos e inanimados, una fuerza cósmica que les impulsa a continuar existiendo.
En los seres humanos, no solo se muestra como aspiración a seguir existiendo, sino que se presenta en forma de deseos concretos que continuamente tratamos de alcanzar.
El sufrimiento es una dimensión inevitable de la realidad humana. Podemos mitigar el dolor mediante dos caminos: la entrega al arte y la práctica del ascetismo. Pero la única forma de escapar al dolor definitivamente es mediante la muerte.
Esta reflexión, en la que no se alcanza la plenitud y la felicidad, es profundamente pesimista.
Lo Apolíneo y lo Dionisíaco en la Filosofía de Nietzsche
Nietzsche estudió filología y se dedicó al estudio de la antigua Grecia. Sentía gran admiración por Homero y Heráclito con su filosofía del devenir. La tragedia griega era una muestra artística que reflejaba una forma de entender la vida. Estaba asociada al culto del dios Dionisio, dios del vino y el desenfreno, pero también muestra aspectos del dios Apolo, relacionado con la armonía y el equilibrio.
Estas dos fuerzas se manifiestan en el arte: lo apolíneo en la pintura y escultura y lo dionisíaco en la música.
Los griegos supieron aceptar esas dos grandes dimensiones del ser humano y las unieron en la tragedia clásica. Pero esta excepcional síntesis terminó en el siglo V a. C., cuando empezaron a darle cada vez más importancia a los elementos apolíneos o racionales, y en ello contribuyó Sócrates.