Nutrición y VIH/SIDA: Recomendaciones, Objetivos y Tratamiento Nutricional

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Recomendaciones Nutricionales para Pacientes con VIH/SIDA

El objetivo principal es prevenir la malnutrición para mantener un buen estado de salud en pacientes con VIH/SIDA. Para determinar el tratamiento nutricional adecuado, es fundamental conocer el estado nutricional del paciente.

Para evaluar el estado nutricional, se llevan a cabo exámenes químicos y físicos, además de una valoración periódica de los hábitos alimentarios del paciente. Esto permite hacer un seguimiento preciso de la cantidad de cada alimento que ingiere.

Objetivos Nutricionales

Los objetivos nutricionales en pacientes con VIH/SIDA se centran en:

  • Fortalecer el sistema inmunitario.
  • Frenar la pérdida de peso y masa muscular.
  • Mejorar la calidad de vida de los pacientes.
  • Optimizar la respuesta a la medicación.
  • Reducir el riesgo de infecciones oportunistas.

Es importante destacar que las necesidades nutricionales varían según el estado de salud y el nivel de energía del paciente.

Energía

En general, los pacientes con VIH/SIDA necesitan entre 40 y 50 kcal por cada kilogramo de peso. Si el objetivo es recuperar peso, se pueden añadir entre 500 y 1000 kcal adicionales al día.

Proteínas

Las proteínas son esenciales para reponer la masa muscular. La cantidad recomendada suele ser de 1.5 a 2 gramos por cada kilogramo de peso. Algunos aminoácidos, como la arginina, juegan un papel crucial en el metabolismo de las personas con VIH.

Grasas

Se recomienda consumir grasas saludables en forma de aceites. Los ácidos grasos esenciales, como el omega 3, deben estar presentes en la dieta.

Líquidos y Electrolitos

La hidratación es fundamental. Se recomienda beber de 30 a 35 ml de agua por kilogramo de peso. Esta cantidad puede aumentar en casos de diarrea, vómitos u otros problemas de salud. Los líquidos también contribuyen al aporte calórico a través de zumos, caldos y productos lácteos. En situaciones de diarrea o vómitos, es importante reponer minerales como el potasio.

Vitaminas y Minerales

Las necesidades de vitaminas y minerales varían en cada paciente. Es crucial considerar las posibles interacciones entre los medicamentos y la absorción de nutrientes. En general, se recomienda aumentar el consumo de provitamina A, vitamina E y ácido fólico. También puede ser beneficiosa la suplementación con vitaminas y minerales para alcanzar entre el 100% y el 200% de las recomendaciones diarias.

Recomendaciones Alimentarias

Las recomendaciones alimentarias se adaptan al estado del paciente, ya sea asintomático o sintomático.

Infecciones Asintomáticas

En esta etapa, se recomienda una dieta equilibrada como parte fundamental del tratamiento. La higiene también juega un papel crucial para prevenir infecciones. Si existe malnutrición, se pueden añadir suplementos vitamínicos, aumentar el consumo de proteínas y ajustar el aporte energético.

Infecciones Sintomáticas

En esta fase, los pacientes pueden experimentar falta de apetito (anorexia), dolores esofágicos, malestar intestinal, alteraciones del gusto y el olfato, dolor en la boca y garganta, y molestias gástricas con vómitos. Todos estos factores pueden afectar la ingesta de alimentos.

Cuando la alimentación oral no es suficiente para cubrir las necesidades nutricionales, se puede recurrir a la nutrición enteral.

Nutrición Enteral

La nutrición enteral se considera cuando la dieta oral no puede asegurar las necesidades nutricionales, existen signos de malnutrición o la dieta no aporta suficientes vitaminas y minerales, y no es posible cubrir estas deficiencias por vía oral o subcutánea.

Nutrición, Fiebre e Infección

La infección y la malnutrición se influyen mutuamente. En enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la neumonía, el estado nutricional es determinante para el pronóstico. En otras infecciones, como la gripe, la influencia es menor.

La infección afecta al estado nutricional de diversas maneras. La infección bacteriana, por ejemplo, puede aumentar la pérdida de nitrógeno corporal. El nitrógeno se pierde por la degradación de las proteínas de los tejidos y la movilización de aminoácidos. La cantidad de nitrógeno en la orina refleja el desgaste muscular. La recuperación total depende de la reposición de estos aminoácidos una vez superada la infección, lo que requiere un mayor consumo de proteínas.

En niños con una dieta baja en proteínas o con agotamiento proteico previo, las infecciones pueden retrasar el crecimiento durante y después de la enfermedad.

La fiebre aumenta el metabolismo basal en un 12% por cada grado de temperatura, lo que acelera el consumo de las reservas de hidratos de carbono y moviliza los aminoácidos musculares. La anorexia, o pérdida de apetito, también influye en la relación entre infección y nutrición.

Las infecciones pueden causar desequilibrios hidroelectricos debido a la pérdida de agua y electrolitos por sudoración o diarrea. Algunos micronutrientes, como la vitamina A y el ácido fólico, tienen efectos inmunomoduladores.

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