Orígenes de la Eucaristía: Comidas de Jesús, Última Cena y Encuentros Pascuales

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Orígenes de la Eucaristía: Un Estudio Profundo

Se identifica una triple raíz para comprender el origen de la Eucaristía: las comidas de Jesús, la Última Cena y las comidas del Resucitado.

1ª Raíz: Las Comidas de Jesús

La comunión de mesa expresa comunión de vida. Los Evangelios narran las comidas de Jesús, incluyendo parábolas que hablan de banquetes y bodas, utilizadas para expresar el Reino. Jesús comía con pecadores y personas marginadas, lo cual generó controversia. Sin embargo, en estas comidas, Jesús anticipaba el Reino, ofreciendo perdón y acogida. Sentados a la misma mesa, compartiendo el mismo pan, los comensales se convertían en una familia de hermanos, un lugar de encuentro que anticipaba el banquete definitivo. Además de estas comidas significativas, Jesús seguramente también descansaba y compartía comidas cotidianas. Estas comidas en la vida pública plantean un interrogante y constituyen la primera raíz de la Eucaristía.

2ª Raíz: La Última Cena

La Última Cena es la institución de la Eucaristía. En la cena de Jesús con sus discípulos, encontramos esta institución. La cena hace referencia a la muerte de Jesús; partir el pan y beber la copa son dos gestos centrales en la primitiva comunidad cristiana. A través de estos gestos, Jesús expresó su actitud de servicio y entrega a los hombres. El relato de la Última Cena se encuentra en Mateo, Marcos y Pablo, pero no en Juan. En cambio, Juan presenta el lavatorio de pies, que aborda la Eucaristía en el capítulo 6, el discurso del pan de vida. En lugar de la institución, Juan destaca dos significados fundamentales para la Eucaristía: el lavatorio de pies (el siervo que da la vida) y el mandamiento de amar como Jesús amó. Con el pan y el vino, Jesús anticipa lo que está por venir.

3ª Raíz: Las Comidas con el Resucitado

Jesús resucitó y se apareció a sus discípulos. La cruz y la resurrección ratifican lo que ocurrió en la Última Cena. Tras estos acontecimientos, Jesús aparece comiendo con los discípulos. El relato de los discípulos de Emaús es un ejemplo claro. En la cena, Jesús revela que el cuerpo resucitado es el cuerpo de Cristo. Su presencia es resucitada (no se ve en el cáliz). En la Eucaristía, nos encontramos con este cuerpo, y las señales son las de la cruz, lo que permite a los discípulos reconocerlo.

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