Paisajes y Personajes: Dualidades y Simbolismos en la Literatura Española

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1. Evolución del Paisaje en la Obra

En la primera edición, el paisaje descrito es el castellano, en los alrededores de Soria. En la segunda edición, se añaden composiciones escritas durante la estancia del autor en Baeza, donde aparece de nuevo el paisaje andaluz. En la obra se pueden apreciar tres modos de enfocar el paisaje castellano:

a) Visión Objetiva e Identificación Simbólica con el Pasado Histórico de Castilla: El Tema de España

Se describe la dureza y aridez del paisaje, resaltando su pobreza de forma objetiva. Pero también de una forma subjetiva; la selección de sustantivos y adjetivos es inequívoca. Se hace presente metafóricamente en los elementos del paisaje el pasado histórico a través de imágenes guerreras. Cuando el autor se marcha a Baeza, esta ciudad y sus campos también recordarán su pasado histórico, relacionado con la época de la dominación musulmana. La preocupación por España es frecuente en la obra. Machado lamenta la decadencia y vanidad de España, y espera una España que renacerá; critica la envidia y el cainismo.

b) Identificación Simbólica del Alma con los Elementos del Paisaje

  • El paisaje castellano: El poeta proyecta en diversos elementos su propia realidad íntima, consecuencia lógica de su concepto del tiempo como fluir interior. Estos elementos se transfiguran en un espejo que refleja los estados del alma. En este sentido, es singularmente destacado el proceso que sufre el olmo. Antes de la muerte de su esposa, las descripciones son meramente denotativas. En el poema A un olmo seco, escrito durante la enfermedad de Leonor, se inicia el proceso de identificación de su alma.
  • El paisaje andaluz: En contraste con el paisaje castellano, se destacan los tonos luminosos, verdes y fértiles. El poeta se queja de que el paisaje de su tierra no haya penetrado todavía en su alma. Todos los poemas dedicados a Leonor los escribe en Baeza, por ello, en algunos poemas de esta serie el paisaje andaluz se carga de connotaciones de tristeza. Frente a esto, el paisaje soriano se carga de connotaciones positivas.

2. Profundidad y Simbolismo de los Personajes

Susana Grey, la maestra, sí tiene nombre; es el centro de otra de las tramas principales de la novela: el amor del Inspector. Muchos de sus rasgos son los tópicos de una buena maestra, pero conforme avanza la historia, el personaje se va haciendo más complejo. Mucho de lo que sabemos de ella nos viene a través del recuerdo del médico forense, Ferreras. El personaje de Ferreras sirve también como contraste con el carácter del inspector.

En este mismo sentido, la esposa del Inspector establece un contraste con Susana Grey. Como personaje, es plano.

El terrorista da un nombre falso cuando se hospeda en el hotel y vigila en la sombra para que no lo descubra la policía.

El asesino esconde su brutalidad y su resentimiento ante todo el mundo. Su verdadera personalidad solo sale a la luz a través de los monólogos o mientras maltrata a sus víctimas. En los monólogos se manifiesta su obsesión por dos partes de su cuerpo: el pene (tan pequeño que provoca las burlas) y las manos (que huelen a pescado permanentemente). El pene y las manos simbolizan la doble frustración, sexual y social.

Personajes secundarios de la trama son el padre Orduña y el forense Ferreras. No conocemos sus nombres de pila. Sus apellidos castizos muestran su arraigo en la ciudad.

Las dos niñas, víctimas del pederasta, se mencionan únicamente por sus nombres de pila: Fátima y Paula. Las dos son hijas modelo: inocentes, cariñosas con sus familias, responsables.

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