Pensamiento Marxista: Ideología, Conocimiento y Religión en el Siglo XIX
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Marco Filosófico del Siglo XIX
La filosofía del siglo XIX ofrece una panorámica mucho más abierta que la de los siglos anteriores, en los cuales las épocas históricas estaban dominadas por corrientes filosóficas hegemónicas, como el racionalismo continental o el empirismo británico en el siglo XVII, o la filosofía ilustrada en el siglo XVIII. Filosóficamente hablando, el siglo XIX comienza bajo la sombra del pensamiento kantiano, y así, los primeros movimientos que surgen en Alemania siguen de una forma u otra su estela. Pero pronto esta tendencia se rompe, los filósofos empiezan a elaborar teorías propias y la historia filosófica decimonónica se convierte en un continuo surgir de teorías y contrateorías, escuelas y contraescuelas, todas las cuales dejan una huella importante o tienen alguna aportación fundamental que hacer en el campo del pensamiento.
Dentro de este panorama, los dos movimientos más importantes de la primera mitad del siglo XIX son el idealismo alemán, con la figura de Hegel, y el positivismo y las formas utilitaristas que este movimiento toma en el mundo anglosajón. Las dos figuras claves de la segunda mitad del siglo van a ser el pensamiento de Karl Marx y, ya a caballo del siglo XX, la filosofía de Friedrich Nietzsche.
El Conocimiento según Marx
La teoría del conocimiento de Marx se fundamenta sobre el concepto de "ideología". En el pensamiento marxista, la ideología se entiende como una falsa conciencia de la realidad, conciencia falsa desde el momento en que es conciencia determinada económicamente que se hace aparecer ante los seres humanos como pura y neutra, y es precisamente en este carácter de neutralidad donde radica su falsedad.
De esta forma, Marx sostiene que las grandes creaciones culturales, artísticas, filosóficas, científicas, políticas o religiosas de la sociedad no surgen del espíritu puro, sino que están determinadas por las relaciones de producción y sólo pueden ser entendidas desde estas relaciones de producción. El intento de hacer pasar estos elementos superestructurales por ideas puras, independientes de la situación económica sobre la que se asientan, es lo que hace de ellos elementos de la falsa conciencia, formas ideológicas de conciencia.
La Crítica de Marx a la Religión
Si el motor de la historia del mundo es la lucha de clases, si el ser humano no tiene ninguna esencia fuera de las relaciones sociales que entabla gracias a su trabajo, entonces Dios no tiene cabida en el sistema marxista. Dios no existe y la religión no es más que ideología, una forma ideológica de conciencia propia de la clase dominante que se trata de imponer a toda la humanidad como un conocimiento cierto y verdadero. Por eso es "el opio del pueblo".