El Pensamiento de Platón: Contexto Histórico y Filosófico
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Contexto Histórico-Cultural de Platón
Platón (siglos V-IV a.C.) desarrolló su obra filosófica en la primera mitad del siglo IV a.C., una época marcada por la decadencia general de las polis griegas.
Contexto Político
Las Guerras del Peloponeso (entre Esparta y Atenas), el Gobierno de los Treinta Tiranos (impuesto en Atenas por Esparta) y la rápida renovación de la democracia marcaron el panorama político. Platón, inicialmente destinado a la política, renunció a ella tras la injusta condena a muerte de Sócrates, su maestro. Se dedicó entonces a la filosofía con el objetivo de encontrar una forma de gobierno justa, un Estado Ideal.
Contexto Social
La sociedad en la que nació Platón era clasista: clase alta (aristocracia), clase media (mayoría de los ciudadanos) y clase baja (esclavos). Platón pertenecía a la aristocracia.
Contexto Económico
Las Guerras del Peloponeso causaron un notable empobrecimiento, lo que acentuó el deseo de Platón por un Estado mejor y más justo. La economía ateniense se sustentaba en el comercio marítimo y en el trabajo de los esclavos.
Contexto Cultural
La época inmediatamente anterior a Platón fue la de mayor esplendor cultural de Atenas. Tras el triunfo griego en las Guerras Médicas contra los persas, Atenas adquirió la hegemonía cultural y política. En el arte, se impuso un ideal de belleza basado en el estudio de las proporciones. En la arquitectura, se buscaba la armonía, y en la escultura, un canon de belleza. Estos ideales influyeron en la búsqueda de Platón por modelos ideales en el terreno de la ética y la política.
Contexto Filosófico de Platón
El contexto filosófico de Platón se inicia con una crisis en las investigaciones presocráticas sobre la physis y el auge del pensamiento en torno a los asuntos humanos: la ética y la política.
La segunda época, marcada por la expansión ateniense, es la época de la introducción y asentamiento de la filosofía en Atenas y, con ella, la racionalización y crítica de todas las creencias políticas establecidas. Se trata de una época marcada por teorías contrapuestas entre sí, y de notable importancia de la habilidad dialéctica, que servirá de marco para el debate entre pensadores especializados en la enseñanza de retórica y dialéctica, los sofistas, y un Sócrates absolutamente preocupado por la virtud ético-política del hombre griego.
La relevancia del problema de la naturaleza de la virtud y de su posibilidad o no de enseñanza fue muy grande. El pensamiento sofista se asienta en el relativismo escéptico. Distinguen entre lo justo por naturaleza y lo justo por convención, convirtiendo tanto la polis como la virtud moral en mera convención social. Frente a ellos, otros opinan que el hombre es bueno por naturaleza, una especie de regalo de los dioses.
Para Sócrates, la virtud, que es consecuencia del saber, puede ser enseñada y aprendida. Platón sigue a su maestro y, ya en el siglo IV, Aristóteles afirmará que, aunque la virtud no es antinatural, tampoco es por naturaleza, sino que se adquiere por hábito, hasta que llega a ser como una segunda naturaleza. En lo tocante a su enseñanza, ésta solo es efectiva cuando ya se posee el hábito; en caso contrario, es muy difícil.