Platon

Clasificado en Filosofía y ética

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RELACIONES SOFISTAS-PLATÓN
La interpretación de la realidad y su conocimiento, así como la visión del hombre y
su dimensión ético-política son aspectos de la filosofia platónica íntimamente unidos. Es
difícil y casi artificial identificar un único tema en cada uno de los fragmentos en que se ha
estructurado el texto. No obstante se clasifican esos fragmentos atendiendo al tema que
parece más sobresaliente, aunque la decisión del alumno dependerá del párrafo concreto
objeto de comentario.
LA REALIDAD (ONTOLOGÍA)
Posición sofista.
No hay una realidad objetiva e independiente del sujeto que conoce y
que sea el ser verdadero, único e igual para todos. El ser es fluir y continuo cambio. Se
reduce a sus distintos "apareceres" o manifestaciones ante los sujetos (fenomenismo).
Posición platónica. Dualismo ontológico (división y separación del ser en sensible e
inteligible). La única realidad verdadera es el ámbito inteligible porque es el único
universal, necesario, inmutable e independiente de los sujetos (idealismo). Esta realidad
recibe su ser del Bien, por tanto, el ser sólo lo es en cuanto que es bueno. El mundo
sensible es un ámbito de segundo orden consecuencia del inteligible del que recibe su
esencia gracias a la participación.
EL CONOCIMIENTO (GNOSEOLOGÍA).
Posición sofista.
No hay conocimiento verdadero en términos absolutos, sino que
depende del sujeto y procede de la experiencia sensible, que es siempre particular y
privada (subjetivismo). Depende también de sus características socioculturales e
históricas (relativismo). Aunque existiera esa realidad objetiva, necesaria e inmutable,
sería inaccesible, ya que el conocimiento sensible sólo ofrecería al sujeto un aspecto de
esa realidad objetiva (fenomenismo). Por tanto, el conocimiento, entendido como algo
necesario y universal, es imposible (escepticismo).
Posición platónica. La verdad es universal y necesaria. Por tanto, es posible el
conocimiento de los seres inteligibles ya que son los únicos verdaderos (idealismo), a los
que se llega sólo mediante el alma racional. Del mundo sensible sólo es posible la
opinión, conocimiento no verdadero, que nos induce a error.
EL SER HUMANO (ANTROPOLOGÍA).
Posición sofista.
No existe una naturaleza común y universal a todos los hombres. Cada
ser humano es fruto de una educación en su contexto socio cultural. En él configura su
personalidad y así se convierte en hombre. No hay "un modo natural" de ser hombre.
Aunque tal naturaleza existiera no podría ser conocida.
Posición platónica. Dualismo antropológico. La verdadera identidad del hombre es su
alma, de estructura tripartita. El alma racional, que es inmortal, es la fuente del verdadero
conocimiento y para a1canzarlo tiene que luchar contra el cuerpo y sus sentidos. La vida
se convierte así en un camino de separación de 10 corpóreo.
LA ÉTICA.
Posición sofista. Relativismo y convencionalismo ético frente al absolutismo platónico.
No existe un Bien absoluto válido para todos. En cada cultura las normas y valores
morales son distintos. Son fruto del acuerdo de los hombres, de su cultura y su historia.
Por tanto, tampoco existe la definición de hombre virtuoso, de justicia o de felicidad.
Posición platónica. El Bien existe objetivamente. Las acciones y decisiones son buenas
sólo si se ajustan a ese Bien, único y el mismo para todos. El bien del alma es volver a su
vida inteligible separada del cuerpo. Para conseguirlo el hombre debe ser justo y, para
ello, cada parte de su alma debe ser virtuosa. En cada hombre, en función de su lugar
dentro del Estado, dominará una virtud u otra. Cuando el hombre conozca su función,
obrará bien (intelectualismo moral), y cumpliéndola se sentirá feliz.
LA POLÍTICA.
Posición sofista.
El Estado no tiene que responder a la naturaleza del hombre, ya que
esta no existe. Sus leyes y estructura son consecuencia del acuerdo entre los
ciudadanos. Por tanto, propuesta convencionalista.
Posición platónica. La principal virtud política es la justicia. Sólo si los ciudadanos y
gobernantes son justos se conseguirá un Estado justo. Los ciudadanos deben someter su
vida al funcionamiento del Estado (sociedad "cerrada"). Quien no lo haga no es
éticamente virtuoso y esta es la razón por la que política y ética van unidas. Las leyes y
estructura del Estado serán justas cuando consigan que cada ciudadano siga la virtud
que naturalmente le corresponde. Por tanto, el Estado debe estructurarse conforme a la
naturaleza del hombre.
ACTUALIDAD
Los fragmentos comentados giran en tomo a la educación, especialmente la de los
gobernantes del Estado. La preocupación platónica por este tema acerca su filosofia a
nuestro mundo que concede importancia a la educación porque asume otra idea platónica
también sobresaliente en los fragmentos comentados. La educación es el mejor medio
para mejorar al hombre y acabar con las desigualdades sociales. Cuando nuestra
sociedad defiende esto, está pensando en una educación en valores. También para
Platón el último paso de su proyecto educativo es el conocimiento del Bien; lo más
importante son los valores éticos, llegar a conocer el bien que el ser humano debe
perseguir. Una vez más se trata de una idea articuladora de nuestro sistema educativo y
de las políticas sociales: lo importante es enseñar valores. No se trata sólo de transmitir
contenidos, sino que los alumnos y ciudadanos adquieran los valores democráticos de
respeto, tolerancia, defensa de los derechos humanos, etc.
En íntima relación con la educación aparece la reflexión platónica sobre el deber
ser de la política.
Platón está preocupado por cómo debe ser el gobernante, que debe
mejorar a sus ciudadanos. Platón critica a quienes utilizan la política como medio de
enriquecimiento personal o ascenso social. Los casos de corrupción entre los
gobernantes de las distintas administraciones, la separación entre política y compromiso
ético, la crisis de los partidos políticos de corte tradicional, el ascenso de posturas
integristas o de extrema derecha, ponen de manifiesto que la política se ha separado
cada vez más de su deber ser: buscar el bien de los ciudadanos. Los gobernantes, por
tanto, deben ser quienes mejor hayan asumido los valores éticos.
La distinción platónica entre un mundo de sombras y un mundo real se reformula
en la crítica que se lanza desde tantas posiciones a los medios de comunicación,
especialmente a la televisión, por presentar un mundo deformado que entretiene a los
ciudadanos durante horas: ¿Qué modelos nos proponen? ¿Qué vida llevan los principales
protagonistas de las series de mayor audiencia? El análisis reflexivo, pausado y
distanciado de nuestra realidad social, o la propuesta de proyectos alternativos son
perspectivas que no tienen cabida en los medios. En este sentido, Emilio LLedó realiza
una lectura del mito de la caverna en sentido antropológico, y en el que podemos vemos a
nosotros mismos como prisioneros de la misma

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