Poesía gallega: esplendor y evolución en las décadas de 1980 y 1990
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La edad de oro de la poesía gallega: esplendor y evolución en las décadas de 1980 y 1990
La generación de los 80: consolidación de la renovación poética
En el ámbito de la poesía, la primera mitad de los ochenta supone la consolidación definitiva de la renovación poética que comenzará durante la década anterior, sobre todo a través de la irrupción en el panorama poético gallego de una nueva hornada de voces que representan la Edad de Oro de nuestro universo poético. Estos poetas, conocidos bajo la denominación de Generación de los 80, presentan una serie de características comunes que los cohesionan como grupo:
- Los volúmenes colectivos De amor e desamor I y De amor e desamor II.
- Su colaboración en revistas como Dorna y Luzes de Galiza.
- Su participación en el Festival de Poesía do Condado.
La producción poética de estos nuevos poetas se caracteriza por el afán culturalista y el decadentismo estético que producen un distanciamiento entre el poeta y la sociedad. Su producción supone una síntesis entre la modernidad y la tradición, aunque sin olvidar la exploración de nuevos mundos y artificios poéticos. En sus composiciones se mantienen fieles a la línea intimista, de expresión de sentimientos del yo poético. El lenguaje va a ser sometido a un proceso de experimentación en base a su concepción del lenguaje como arte, y no como simple transmisor de un mensaje.
La generación de los 90: transformación y madurez
En la década siguiente hace su aparición en el panorama poético gallego una nueva hornada de trovadores conocidos como Generación de los 90. Este nuevo grupo va a iniciar un proceso de transformación de la poesía profundo y positivo. Este cambio de situación en la lírica gallega se debe fundamentalmente a que los poetas de los ochenta están en plena madurez expresiva y de calidad. Aparecen también nuevas voces que hacen una apuesta fuerte por la innovación y la exploración de nuevos núcleos temáticos, pero tratando de armonizar esta ruptura con la tradición poética anterior.
Hay un abandono del culturalismo en favor de una mayor presencia de las vivencias focalizadas a través de un lenguaje directo. La palabra se convierte en la esencia del poema. Métricamente conviven la apuesta por los metros clásicos (poetas como Miro Villar recuperan el soneto) con el versolibrismo que cultivan muchos de estos nuevos poetas, llegando en muchos casos casi al prosaísmo, con el empleo de versos largos como es el caso de poetisas como Yolanda Castaño o Emma Pedreira.