Posmodernidad: Características, Pensamiento Débil y Religión
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Definición de Posmodernidad
El término posmodernidad hace alusión a la superación de una etapa, la modernidad. Implica un nuevo talante y un nuevo tono vital, más descomprometido, despreocupado del pensamiento. Los pensadores de la segunda mitad del siglo XX quedaron desencantados del vacío moderno: las grandes ideologías habían fracasado a la hora de promover una auténtica renovación social. Aquella que fue en principio patrimonio de solo algunos intelectuales, pronto se convirtió en un estilo vital generalizado.
La "Posthistoria" y el Fin de las Utopías
Vivimos en la “posthistoria”, el final de una utopía: el hombre como transformador y gestor de la historia se ha mostrado incapaz. Escribir la historia es imposible: se la han inventado los historiadores. Asimismo, la posmodernidad renuncia a los metarrelatos en los que el ser humano expresaba su identidad y el sentido que le descubría a la realidad. Metarrelato hace alusión a cualquier explicación filosófica o ideológica explicativa de las cosas. Ahora bien, aunque nos hemos quedado sin utopías, nos queda una desorbitada sociedad del bienestar, al menos hasta la crisis de los últimos años.
De Prometeo a Narciso: Evolución del Paradigma Humano
La modernidad, si hubiera de tener un paradigma, se identificaría con Prometeo, aquel que roba el fuego a los dioses y propugna, frente a ellos, la autosuficiencia humana. Solo hay que ver el desarrollo técnico y científico llevado a cabo en el siglo XX: parecería que el ser humano es todopoderoso. Sin embargo, la guerra desmiente tal visión prometeica de las cosas. Tras dos guerras mundiales, en la que la ciencia se ha puesto al servicio de la muerte, el ser humano es Sísifo, paradigma del absurdo, del sinsentido de la realidad.
Ahora bien, de Prometeo llegamos a Narciso, pasando por Sísifo. Narciso es aquel joven que, condenado a vivir desde su nacimiento en una isla solitaria, contempla por primera vez una figura humana que es él mismo reflejado en el espejo del lago y, enamorado de su imagen, se ahoga en el intento de abrazarse. Ciertamente, la segunda característica del tono vital de esta época es el narcisismo, entendido como la incapacidad de vivir como adultos. Si Prometeo era el primer “santo laico”, espejo de la capacidad del hombre para autodeterminarse, los posmodernos mantienen que se puede vivir sin ideales; solo una causa merece la pena, luchar por las vacaciones. La vida se puede vivir sin imperativos éticos.
El "Pensamiento Débil" y la Crisis de la Razón
La tercera caracterización de la posmodernidad la constituiría el “pensamiento débil”, es decir, se prefiere vivir sin la fundamentación del propio pensamiento, se reniega de las grandes ideas. Si la modernidad era racionalista, hoy la razón aburre. El individuo, sometido a la avalancha de datos y estímulos, no los puede estructurar, por tanto, no hay certezas absolutas. Se huye, pues, de las cosmovisiones. Solo quedan opiniones, visiones subjetivas de las cosas.
A ello se sigue una fuerte explosión de la sensibilidad y la subjetividad. Ahora bien, lo que nos diferencia esencialmente a los seres humanos es precisamente la racionalidad, sin ella no hay sujeto; por tanto, el ser humano ya no puede responder claramente a la pregunta por la propia identidad.
La Religión en la Posmodernidad
Fritz Schumacher afirmaba que “el experimento moderno de vivir sin religión ha fracasado y, una vez que hemos entendido esto, sabemos cuáles son nuestras metas posmodernas”, crearnos un dios a medida. Por ello es muy significativo que el deseo de trascendencia, inserto en la condición humana, se haya desfigurado y, abandonando las certezas de la fe, se dé un generalizado retorno de los brujos. La modernidad reprimió la sed de Dios, inherente al ser humano, y ahora brota en estado salvaje.
Reflexiones sobre la Condición Humana en la Posmodernidad
¿Qué podemos afirmar de la condición humana? La posmodernidad, sumergida en el bienestar, ha castrado los registros más profundos de la condición humana. Nos aconseja bien el corazón cuando nos impulsa a realizarnos en la Verdad, el Bien, la Libertad, la Belleza, la Conciencia. No es cierto que hayamos de perdernos en el bosque de la información: podemos encontrar la brújula. Los saberes hasta ahora acumulados nos ayudan a descubrir la esencia del hombre, su grandeza y su singularidad; no podemos tirar por la borda los grandes logros de la humanidad, a pesar de sus muchos fracasos. Solo salir del infantilismo hedonista, incapaz para buscar la auténtica felicidad en los grandes ideales, expresado en un concepto de Dios “light”, puede restablecer las ansias, el deseo de vivir, porque se puede encontrar un sentido último.