Postimpresionismo: Cézanne, Gauguin y Van Gogh

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Postimpresionismo: Cézanne, Gauguin y Van Gogh

PAUL CÉZANNE (1839-1906)

Artista fracasado hasta entonces, alcanzó la madurez artística bastante mayor, a los 50 años. No cree, como los impresionistas, que la pintura deba basarse exclusivamente en la mirada.

La simplificación de la naturaleza en líneas perpendiculares y diagonales aparece en cuadros como Los grandes bañistas, Los jugadores de cartas, Bodegón con manzanas y naranjas, Bodegón con cebollas o La vista de Aubers.

Pero es en la serie dedicada a La montaña de Santa Victoria donde condensa lo más novedoso de su arte.

PAUL GAUGUIN (1848-1903)

Cuando regresa a Francia, vive una temporada con Van Gogh pero la cosa acaba mal. Finalmente, su rechazo a la civilización occidental y la nostalgia que tiene del trópico lo llevan a los mares del Sur, concretamente a Tahití.

Las figuras y los paisajes tienen contornos de líneas negras, rellenando luego los espacios con manchas planas de color. Un ejemplo es La visión después del sermón: Jacob luchando con el ángel.

Esta mentalidad ingenua la desarrolla en la Polinesia, retratando la civilización sin contaminar de los indígenas, sus playas, sus casas y sus selvas. De esta etapa, destaquemos sus cuadros: Rupe Rupe, Mujeres de Tahití y, sobre todo, ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?

VINCENT VAN GOGH (1853-1890)

Solo vivió treinta y nueve años y tuvo una existencia difícil y desequilibrada. Acabó suicidándose de un disparo en el pecho y dejó tras de sí una obra inmensa.

Mantuvo una intensa correspondencia con su hermano Théo (su apoyo emocional y financiero), por la que conocemos detalles de su vida. Buscó apoyo en la religión hasta el punto de convertirse en un fanático.

Los últimos nueve años de su vida los pasa pintando frenéticamente. Se interesa por los temas de contenido social, que cultiva con cuadros sombríos de tonos oscuros y grises. Buen ejemplo de ello es Los comedores de patatas.

Los dos últimos años los pasa en el sur de Francia, donde alcanza la madurez como artista, aunque tiene que ingresar varias veces en hospitales psiquiátricos. Su estilo de este periodo se define por la línea firme de los japoneses y el color como inspirador de la emoción. Como obras principales de esta última etapa, podemos citar:

  • La iglesia de Auvers-sur-Oise
  • La noche estrellada
  • Los girasoles
  • La casa de Arlés
  • Una serie de 43 autorretratos

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