Publio Ovidio Nasón: Vida, Obra y la Retórica Romana

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Publio Ovidio Nasón

Vida y Obra

Perteneciente a la alta sociedad romana, Ovidio se dedicó inicialmente a la carrera judicial, pero al carecer de vocación, se entregó a la literatura, su verdadera pasión.

Vivió en una sociedad frívola y, con sus poemas, se convirtió en un cronista de dicha sociedad, describiendo amores mundanos. Su espíritu amable y su talento le otorgaron gran éxito.

Fue uno de los mejores poetas latinos, conocido sobre todo por sus poemas eróticos y de tono mitológico.

Sin embargo, fue desterrado por orden del emperador Augusto lejos de Italia. Allí escribió obras más tristes, lamentando su situación y solicitando el perdón imperial, pero murió en el exilio sin haberlo conseguido.

Obras de Ovidio

Poemas eróticos-amorosos:
  • Amores: Dirigidos a su amada Corina.
  • Heroidas: Cartas que diferentes heroínas mitológicas dirigen a sus maridos o amantes.
  • El Arte de Amar: Ofrece consejos a los enamorados para conquistar a la persona objeto de su pasión.
  • Remedios de Amor.
Grandes poemas:
  • Fastos: Poemas sobre leyendas romanas, fiestas tradicionales y ceremonias.
  • La Metamorfosis: Su obra maestra. Quince libros que presentan una amplia colección de mitos en los que el denominador común son las metamorfosis o transformaciones en vegetales, animales, etc. Según Ovidio, el amor es el gran protagonista y la fuente de transformación. Presenta versos llenos de imágenes brillantes, ingeniosas y pintorescas.
    Las transformaciones comienzan con el Caos y el relato de las cuatro edades del mundo, donde se manifiestan los amores de los dioses. A continuación, se narran los amores entre mortales y culmina, ya en el ámbito romano, con la muerte de Julio César, exaltado, divinizado y transformado en constelación.
Poemas del destierro:
  • Tristes y Pónticas: Consideradas las mejores elegías de la lengua latina, en las que el autor lamenta su triste situación y solicita el perdón del emperador.

Oratoria y Retórica en la Antigua Roma

La oratoria, o arte de hablar con elocuencia, es necesaria en todas las sociedades. Siempre habrá alguna ocasión en la que uno tenga que dirigirse a un auditorio para convencerlo o para expresar alegría, regocijo o dolor.

En la sociedad romana, con sus asambleas políticas y tribunales, el dominio de la palabra era fundamental para los jóvenes de buena posición que quisieran dedicarse a la política.

No siempre convence quien tiene más razón, sino quien defiende mejor su razonamiento. Para eso era necesaria la retórica: conjunto de procedimientos para hablar bien, que se aprendía en las escuelas de retórica.

Como arte del discurso, se dirigía a la organización de los discursos en sus diversas partes:

  • La introducción o exordio: Debía ser rápida, centrada en el tema y captar la atención del auditorio desde el principio.
  • La narración de los hechos o proposición: Debía ser clara y sencilla.
  • La argumentación: Exposición de pruebas en gradación de menor a mayor para justificar los hechos. Los argumentos se presentaban ordenados según sus características, sin mezclarlos; podían ser psicológicos, jurídicos, etc.
  • La refutación: Presentación de argumentos que rechazan las objeciones del adversario.
  • La digresión: Conclusión que debía ser breve, enérgica e impactante. Se hacían súplicas a los jueces y al auditorio para que accedieran a las peticiones del orador.

Se distinguían tres géneros de elocuencia: judicial, deliberativo y demostrativo. El primero se usaba en los procesos, el segundo en las asambleas deliberantes y el tercero en los discursos de lucimiento.

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