Regencia de Espartero y Reinado de Isabel II: Consolidación del Liberalismo Conservador en España (1840-1854)
La Regencia de Espartero (1840-1843)
En 1840, el general Baldomero Espartero, líder del liberalismo progresista, apartó de la Regencia a María Cristina y la asumió él mismo. Su objetivo era evitar la conjura de los elementos más moderados del carlismo y del liberalismo, que pretendían un retorno a planteamientos políticos más conservadores. Sin embargo, la Regencia de Espartero (1840-1843) estuvo muy condicionada por la política económica librecambista de los progresistas.
La supresión de los aranceles aduaneros, destinada a favorecer los intercambios comerciales, chocó con los intereses de la burguesía industrial catalana. Esto provocó el cierre de fábricas textiles y un levantamiento antiesparterista, duramente reprimido por las tropas del Gobierno, que llegaron a bombardear Barcelona. La creciente impopularidad del regente animó a un sector conservador del Ejército a protagonizar un nuevo pronunciamiento. Espartero tuvo que marchar al exilio, situación aprovechada por las Cortes para adelantar la mayoría de edad de Isabel II en 1843.
El Reinado de Isabel II y la Década Moderada (1843-1854)
La joven Isabel II reinó personalmente en España durante 25 años, en los cuales se asentó definitivamente el modelo liberal conservador. Los diferentes gobiernos de este periodo se agrupan en tres etapas:
- La Década Moderada (1843-1854): caracterizada por el protagonismo exclusivo de la facción más moderada del partido liberal.
La Década Moderada (1843-1854)
Tras la caída del gobierno progresista de Espartero, la reina Isabel II nombró un nuevo gobierno moderado. Este convocó elecciones legislativas que dieron la mayoría al liberalismo de carácter doctrinario, encarnado por el general Ramón Mª Narváez, jefe de gobierno de 1844 a 1851. Este liberalismo se caracterizaba por:
- Defensa de la monarquía isabelina.
- Soberanía nacional compartida.
- Sufragio censitario muy restringido.
- Defensa del catolicismo.
- Estado centralizado.
- Orden y propiedad burguesa.
Estas premisas se plasmaron en la nueva Constitución de 1845. En ella destacaba, además, la escasa separación de poderes, ya que el Senado era básicamente vitalicio y de nombramiento real.