La Restauración en España: Cánovas, Constitución de 1876 y Oposición

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La Restauración en España: El Sistema de Cánovas y la Oposición

  1. El sistema de Cánovas: la teoría y la práctica

    La Restauración supuso cierto retorno al conservadurismo anterior al Sexenio, y también consolidó el ciclo de la Revolución Liberal, con la aprobación de una serie de leyes que se habían propuesto por primera vez. El marco teórico ideado por Cánovas fue la Constitución de 1876.

    El ideario de Cánovas

    Cánovas fue un hombre práctico en política. Este político creyó que principios como la patria, la monarquía, etc., eran incuestionables y claves en la organización política, por lo que tenían que formar parte de la Constitución.

    La Constitución de 1876

    La Constitución empezó a debatirse en febrero de 1876. Cedieron con frecuencia a las propuestas de la oposición. Las divergencias más importantes se centraron en el concepto de soberanía, el sistema electoral y la confesionalidad del Estado.

    Estas divergencias se solucionaron mediante una redacción de los artículos que dejaba su concreción para leyes posteriores.

    En cuanto a la religión, se llegó a una solución de tolerancia mutua.

    Muchos de los contenidos de la Constitución de 1876 ya se encontraban en la de 1869.

    La práctica: legislación y caciquismo

    La Restauración supuso el retorno a la sociedad liberal moderada. Se trataba de evitar los enfrentamientos que habían hecho peligrar a la dinastía borbónica y a la monarquía. Ello había exigido varios sucesos.

    Con la Constitución de 1876, cada Gobierno pudo legislar de acuerdo con sus ideas. Los gobiernos conservadores aprobaron la Ley Electoral. Los gobiernos liberales aprobaron: la legislación sobre la libertad de reunión y expresión, la Ley de Prensa, la Ley de Asociaciones, el Código Civil y la Ley Electoral de sufragio universal.

    Durante el periodo de la Restauración, las elecciones nunca fueron transparentes.

    El sistema parlamentario se desprestigió por la práctica del falseamiento electoral y del caciquismo. El turno en el poder entre liberales y conservadores aseguró una tranquila continuidad de la Restauración a pesar de la violación sistemática del sistema electoral y representativo.

    La decadencia del republicanismo lo empujó a la marginación política durante este período.


  1. La oposición al régimen de la Restauración

    Carlismo

    El carlismo estuvo dividido entre un ala intransigente y otra colaboracionista con el régimen. Los intransigentes estaban liderados por Cándido Nocedal. Nocedal combatía duramente contra el régimen liberal de la Restauración. El otro ala del tradicionalismo, los colaboracionistas, liderados por Alejandro Pidal y Mon, se manifestó con su presencia en el Parlamento.

    Republicanismo

    Emilio Castelar formó un partido republicano conservador. Cuando el Partido Liberal de Sagasta legisló a favor del sufragio universal y del jurado, Castelar disolvió su partido.

    Otra tendencia republicana de corte federalista continuó bajo el liderazgo de Pi i Margall. No recurrió a la oposición violenta, pero impulsó el Partido Republicano Federal.

    Manuel Ruiz Zorrilla fue el fundador del Partido Republicano Progresista.

    El núcleo más eficiente de la oposición republicana se agrupó bajo el liderazgo de Nicolás Salmerón.

    Nacionalismo

    El liberalismo español se había basado en una idea centralista de Estado y de la nación. Los carlistas propugnaban una idea de España como unión de territorios. El sistema de la Restauración consagró otra vez el centralismo en su Constitución.

    En esta situación surgieron los regionalismos como movimientos de autogobierno en los territorios con lengua propia, etc.

    El regionalismo y el nacionalismo catalán

    En Cataluña, surgió un movimiento cultural: La Renaixença. A este movimiento se fueron uniendo aspiraciones sociales muy diversas. Fueron conocidas como regionalismo, nacionalismo o catalanismo.

    El carlismo y el federalismo también están en los orígenes del catalanismo.

    Tras la caída de la República y la derrota del carlismo, se desarrolló un regionalismo prenacionalista.

    Almirall fue el creador del catalanismo moderno, de orientación federalista. Fundó en 1882 el Centre Català.

    Los conservadores fundaron la Lliga de Catalunya y se presentaron a la reina regente (Mª Cristina).

    El Centre y la Lliga se fusionaron en la Unió Catalanista. En su primera asamblea se redactaron las Bases de Manresa, para una constitución regional catalana.

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