Sacramentos: Origen, Significado y Celebración en la Iglesia
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La Iglesia y los Sacramentos
El nacimiento de la Iglesia en Pentecostés
Después de pasar tres años junto a Él, de haber vivido con Él escuchando sus palabras y viendo sus milagros, los discípulos se quedaron solos y desconcertados tras la muerte de Jesús. La experiencia de la resurrección les llenó de alegría y esperanza, pero aún tenían miedo. 50 días después de la resurrección de Jesús, el día de Pentecostés, recibieron el Espíritu Santo, llenándoles de fuerza para anunciar el Evangelio a todo el mundo. Pentecostés supone el nacimiento de la Iglesia. La fuerza de amor que une al Padre y al Hijo, es comunicada a los apóstoles. Así, la Iglesia nace como el Pueblo de Dios, el lugar donde se da una nueva manera de vivir y relacionarse. El modo en que esa vida se transmite y se recibe el Espíritu Santo de Pentecostés son los sacramentos.
Qué es un Sacramento
Encuentro con Dios
Los sacramentos no son ritos 'mágicos'. El pan y el vino de la eucaristía no se transforman en el cuerpo y la sangre de Jesús 'por arte de magia', ni el sacerdote nos perdona los pecados a través de un 'conjuro'. En la magia, se busca cambiar las cosas a través de unos rituales que deben repetirse de cierta manera. En teoría, si se hace bien, se consigue que las cosas sucedan 'a la fuerza'. En los sacramentos también hay ritos y fórmulas, y se produce un cambio real, pero no a la fuerza. Ha de darse un encuentro entre dos libertades: la libertad de Dios y la libertad de la persona que lo celebra. Un sacramento celebrado sin fe, aunque esté 'bien' hecho, no será eficaz (una confirmación hecha 'por cumplir', casarse por la foto, confesarse obligado...). La clave es el encuentro libre entre la persona que lo celebra y Dios, que se hace presente a través de su Iglesia.
Celebración vital
Las celebraciones forman parte de la humanidad (cumpleaños, fiestas, aniversarios, finales de curso…) Las celebraciones nos sacan de la rutina y nos ayudan a entender el significado de los acontecimientos que marcan nuestra vida (crecer, superar una etapa, recordar un acontecimiento importante...) y nos comunican la cómo se entiende en nuestra tradición cultural. Sin celebraciones perderíamos el sentido de la vida. No todo el desarrollo de la vida tiene la misma intensidad. A lo largo de los años, hay momentos que determinan su desarrollo de manera a veces definitiva. Podríamos decir que en la vida hay momentos de mayor “densidad”, y por los que todos los seres humanos pasamos antes o después. Es ahí cuando las celebraciones nos ayudan a dar sentido a lo que pasa.