El Yo, el Ello y el Superyó en la Teoría Psicoanalítica

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El Yo, el Ello y el Superyó

El "yo" no envuelve enteramente al "ello", sólo envuelve una parte de su superficie, que es la constituida por el "SISTEMA P". Lo que hemos llamado con anterioridad "lo reprimido" está dentro del "ello" y sólo puede contactar con el "yo" atravesando todo el "ello".

El "yo" es, por tanto, una parte del "ello" transformada, modificada por el mundo exterior. El "yo" tratará siempre de transmitir al "ello" la influencia del mundo exterior. Siempre aspira a sustituir el principio del placer ("ello") por el principio de la realidad ("yo").

El principio del placer reina sin restricciones en el "ello".

La percepción es para el "yo" lo que para el "ello" son los instintos. Mientras que aquel representa la razón, éste representa las pasiones.

Narcisismo

Si una elección erótica de objeto se transmuta en una modificación del "yo", es para conseguir dominar al "ello" mediante una relación más profunda. El "yo" toma rasgos del objeto y se ofrece al "ello" diciéndole: "Puedes amarme pues soy parecido al objeto que buscas o perdiste".

La transformación de libido de objeto en libido narcisista trae consigo un abandono de los fines sexuales, una especie de sublimación (quizás sea esta la vía de toda sublimación). Si las identificaciones fuesen numerosas y algunas incompatibles entre ellas, se produciría un resultado patológico:

  • Surge lo denominado disociación del "yo" o personalidad múltiple.

Cuando se abandona un objeto sexual, surge la modificación del "yo" llamada melancolía y que se describe por una reconstrucción del objeto por parte del "yo"; quizá el carácter del "yo" sea el residuo de las cargas de objeto efectuadas, por lo que el "yo" contendría la historia de tales elecciones.

El Superyó

Las primeras identificaciones son más generales y duraderas. Esto nos lleva a la génesis del "ideal del yo" o "superyó", pues detrás está la más importante identificación del individuo, la identificación con los padres.

Estas relaciones pertenecientes al primer período sexual (2-3 años) son muy difíciles de entender. Freud señala que aprenden de dos factores:

  1. La disposición triangular de la relación de Edipo.
  2. La bisexualidad constitucional del individuo.

En el caso más sencillo, el niño lleva a cabo una carga de objeto que recae sobre la madre. Paralelamente se apodera del padre por identificación. Ambas relaciones van en paralelo hasta que el deseo por la madre y la percepción del padre como obstáculo hacen surgir "El Complejo de Edipo".

Al querer eliminar al padre se exterioriza la ambivalencia en la relación con él. Esta ambivalencia respecto del padre y la aspiración (tierna, dice Freud) a la madre integran el contenido del "Complejo de Edipo" en el niño.

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