Teorías de la Personalidad: Psicoanálisis, Conductismo y Humanismo
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Teorías de la Personalidad
Psicoanálisis
Sigmund Freud postuló que la estructura de la personalidad está formada por tres instancias psíquicas: el Yo, el Ello y el Superyó. Según la historia personal de cada individuo, la personalidad adoptará una forma u otra. Freud consideraba que los rasgos determinantes de la personalidad quedaban fijados en los primeros seis años de vida; después, el sujeto se limitaba a reelaborar esos rasgos para adaptarse a la situación personal y social. Sin embargo, el sujeto siempre regresa inconscientemente a la infancia ante situaciones de tensión psíquica mediante el uso de mecanismos de defensa.
El desarrollo de la personalidad, según Freud, pasa por cinco fases:
- Fase oral
- Fase anal
- Fase fálica
- Fase de latencia
- Fase genital
Otros psicoanalistas modificaron la teoría de Freud: Carl Jung destacó dos tipos básicos de personalidad: extravertida e introvertida. Alfred Adler habló de la influencia del interés social en el desarrollo de la personalidad infantil. Erik Erikson desarrolló una clasificación sobre las diferentes fases de la vida en razón del éxito o fracaso de las tareas propias de cada etapa.
Conductismo
El conductismo define la personalidad como un conjunto de hábitos que se muestran estables y permanentes, y que provocan respuestas similares ante una agrupación de estímulos determinados. Se debe entender la personalidad como un proceso de aprendizaje. Los conductistas afirman que los refuerzos que explican la permanencia de estos hábitos son comunitarios. La idea conductista de la personalidad es claramente dinámica, porque esta evoluciona y se modifica según se refuercen unos hábitos u otros.
Psicología Humanista
Inspiradas en las ideas de Abraham Maslow y Gordon Allport sobre la motivación, la psicología humanista se desarrolló con Carl Rogers. Parte de la idea de autorrealización: la personalidad se constituye como resultado del proceso de autorrealización. Si un sujeto la alcanza, su personalidad será madura y equilibrada; si no, insatisfecha y deseosa.
El sujeto posee un yo auténtico que se debe desarrollar en libertad. Pero muchas veces sus intereses no coinciden con los de las personas que lo rodean, las cuales le fuerzan a seguir caminos diferentes a los que desea. Si el sujeto renuncia a su autenticidad por complacer a los demás, aparecen la insatisfacción y el descontento consigo mismo. Si, por el contrario, el sujeto desarrolla su vocación, estará en el camino correcto para poder sentirse satisfecho y realizado. Los psicólogos humanistas defienden la bondad del hombre, explicando la agresividad de ciertas conductas como una forma de inadaptación provocada por presiones sociales.