El Texto Expositivo y la Diversidad Lingüística Española
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El Texto Expositivo
El texto anterior es de carácter expositivo. Los textos expositivos son aquellos que tienen como objetivo informar sobre un tema. Pueden ser de carácter objetivo o subjetivo (indicar cuál aplica al texto analizado). Según su intención, la exposición puede ser instructiva, predicativa o imperativa (indicar cuál aplica), y puede presentarse de forma oral o escrita.
Estructura del Texto Expositivo
La estructura del texto, como la del resto de textos expositivos, consta de tres partes:
- Inicio: Donde se nos presenta el tema.
- Desarrollo: Que nos plantea las ideas o hechos que se exponen.
- Conclusión: Con la que se cierra el texto y contiene el resumen, el cierre, los datos o valoraciones finales (ejemplificar si es posible).
Organización de la Exposición
La exposición puede estar ordenada de diversas formas: convencional, circular, jerárquica, deductiva, inductiva, etc. (indicar cuál aplica).
Funciones del Lenguaje
En el texto predomina la función referencial, que nos informa acerca del tema mediante enunciados lógicos y coherentes (ejemplificar). Además, pueden estar presentes las siguientes funciones (especificar cuáles según el texto).
Características Lingüísticas
Por último, podemos observar las características del lenguaje de este tipo de textos, entre las cuales encontramos:
- Propiedad: Con la que se utiliza un lenguaje apropiado y preciso y en el que se utilizan los vocablos adecuados al tema que se está tratando (ejemplificar).
- Claridad y sencillez: Que se logran con un lenguaje directo y una esmerada corrección. También es importante que el texto esté bien cohesionado gramaticalmente, que sea conciso y breve (ejemplificar si es posible).
- Orden, relación y jerarquía de las ideas: Que se consiguen exponiendo de forma ordenada y lógica los datos y conceptos, siguiendo un hilo argumental coherente y sencillo de comprender.
Situación Lingüística en España
España es un país en el que conviven varias lenguas. En todo el territorio se habla castellano y, en varias zonas del norte y el este peninsular, además se habla otra lengua. Este hecho da lugar a situaciones bilingües.
La diversidad lingüística se ve reconocida por la Constitución y los Estatutos de Autonomía de Galicia, País Vasco, Navarra, Cataluña, Islas Baleares y Comunidad Valenciana, que aceptan dos lenguas cooficiales. En Asturias y Aragón también se admiten en el Estatuto de Autonomía otras modalidades lingüísticas distintas al castellano que garantizan protección.
Así, y debido a la evolución del latín durante la Baja Edad Media, existe una gran variación lingüística en la Península Ibérica. Hay zonas monolingües, donde tan solo se habla una lengua (el castellano), y zonas bilingües, donde se hablan dos lenguas: la materna, que convive con el castellano.
Origen de la Diversidad Lingüística en España
Antes de la llegada de los romanos, en la Península Ibérica se hablaban diversas lenguas que, a excepción del vasco, fueron paulatinamente sustituidas por el latín. Durante siglos, el latín se mantuvo como la lengua hablada en la mayor parte de la Península.
En el siglo VIII, la invasión árabe provocó la creación de distintos reinos en el norte de la Península, cuyo aislamiento provocó un incremento de las diferencias existentes en el latín hablado en cada zona. Este aumento produjo una fragmentación lingüística: lo que había sido una lengua única (el latín) dio origen al gallego-portugués, el asturleonés, el castellano, el navarroaragonés y el catalán. A esas cinco variedades de origen románico se sumaba el vasco, único vestigio de las lenguas prerromanas peninsulares.
En el curso de la Reconquista, el castellano fue extendiéndose desde su lugar de origen (Cantabria, La Rioja y Burgos) hacia el sur, el oeste y el este, limitando la extensión del asturleonés y del navarroaragonés. El gallego-portugués se extendió hacia el sur por Portugal, y el catalán lo hizo por la zona oriental, ocupando las tierras costeras del antiguo Reino de Valencia, lo que dio lugar al valenciano.