La transformación de la historiografía: Del marxismo cultural a las nuevas narrativas

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El enfoque economicista que solía dominar la explicación de las sociedades ha perdido terreno frente a la cultura, que ahora se erige como la clave para comprender las formaciones y mecanismos sociales. Figuras como Thompson lograron el respeto de la comunidad académica con su método comprometido, riguroso, antidogmático y flexible. Su historiografía empleaba críticamente conceptos marxistas, destacando el de clase social. Esta obra consolidó la vía culturalista del marxismo historiográfico, priorizando los aspectos intelectuales, con figuras como el propio Thompson, Hobsbawn y algunos historiadores italianos de la generación siguiente. Este enfoque se distancia del estructuralista, más centrado en las transiciones entre las grandes etapas históricas.

El giro lingüístico, la fragmentación de la historia y las historias alternativas

En las últimas cuatro décadas, la historiografía ha experimentado una transformación sustancial. Las tendencias historiográficas desde los años 60 se manifiestan en diversos modos interpretativos que aún persisten. Nuevas metodologías han emergido, mientras que las temáticas predominantes hasta los años 60 han dado paso a otras, desde las conceptualizaciones globalizadoras hacia las historias alternativas.

Abordaremos primero la ruptura epistemológica y metodológica que el posmodernismo representó para las humanidades y las ciencias sociales, a raíz de los giros lingüístico y antropológico. Luego, analizaremos el desarrollo de las historias alternativas, surgidas en los años 80 y consolidadas progresivamente, incluyendo la nueva historia cultural, la microhistoria, la historia de género, la nueva historia política y las historias subalternas o poscoloniales.

El posmodernismo y la crisis de la historia

La década de los 60 fue crucial para la historiografía, gestando movimientos que se iniciaron en el contexto de la revolución cultural que propició la ruptura posmoderna. Como consecuencia, los paradigmas historiográficos dominantes tras la Segunda Guerra Mundial fueron desplazados en pocos años, sustituidos por tendencias y metodologías acordes a los nuevos tiempos y, sobre todo, a los nuevos valores éticos, culturales y psicosociales. A partir de la crisis de la posmodernidad, el patrón hegemónico se caracteriza por la imprevisibilidad y la volatilidad. La construcción de grandes realidades interpretativas pierde sentido, dada la dificultad para demostrar la realidad que abordan.

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