La Transición Democrática Española (1975-1982)
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El camino hacia la democracia: de la muerte de Franco a las primeras elecciones
Entre 1975 (muerte de Franco) y 1977 transcurre la etapa denominada transición democrática. El consenso de las fuerzas políticas logrado por el presidente Adolfo Suárez fue decisivo para que esta transición se realizara en paz y orden, exceptuando la actividad de grupos extremistas que recurrieron a la acción terrorista con la intención de alterar el proceso.
Tras la coronación del rey Juan Carlos I, luego de jurar las Leyes Fundamentales del Reino, inicia su reinado y toma sus primeras decisiones: mantiene como presidente de gobierno a Arias Navarro y nombra presidente del Consejo del Reino y de las Cortes a Torcuato Fernández Miranda. No obstante, el inmovilismo del presidente de Gobierno resultaba cada día más evidente y demostraba su ineficacia para afrontar las necesarias reformas democráticas, por lo que las presiones monárquicas llevan a Carlos Arias a presentar su dimisión el 1 de julio de 1976. El rey elige a Adolfo Suárez para sustituirlo y las críticas recibidas por su nombramiento obligaron a Suárez a explicar al país sus objetivos, insistiendo en los proyectos de democratización y anunciando la próxima celebración de elecciones generales, manifestándolo así el 6 de julio de 1976.
Los meses que siguieron a su nombramiento, fueron decisivos en la instauración de un sistema democrático. Despenalizó las asociaciones políticas, reguló el derecho a huelga, suprimió el TOP (tribunal de la represión política), disolvió el Movimiento, aprobó la ley de libertad sindical, amnistía para los presos políticos, tolerancia pública,... El proyecto más destacable fue la elaboración de la Ley para la Reforma Política (LRP) aprobada mayoritariamente en las Cortes, para establecer un sistema democrático.
En un contexto marcado por las tensiones políticas que enfrentaban a los rupturistas, agrupados en la Platajunta (organización que agrupaba a todas las fuerzas políticas y sindicales antifranquistas, con los inmovilistas y los reformistas) y agravado por la crisis económica y la movilización obrera, en enero de 1977 entraba en vigor la ley citada anteriormente, con la que se ponía fin al franquismo. Con todo, se abrió paso para el restablecimiento de las libertades democráticas y para la convocatoria de unas Cortes constituyentes. El primer obstáculo fueron los problemas para la legalización de los partidos de izquierda (el PSOE y el PCE comenzaron a manifestar su fuerza, con la necesidad de reconciliación de todos los españoles). En diciembre de 1976 se realizó un referéndum sobre la LRP que dio lugar a la victoria del proyecto reformista y a la derrota de la oposición rupturista.
Posteriormente, Suárez preparó elecciones generales, pero con numerosas dificultades: reacción de la ultraderecha y de la ultraizquierda, legalización del Partido Comunista… Con todo, en su campaña, Suárez prometía "normalizar nuestra vida política" y establecer "un marco legal para institucionalizar cada región según sus propias características".
Los resultados de las elecciones del 15 de junio clarificaron el panorama político, dando victoria a la coalición gubernamental UCD (Unión de Centro Democrático) por mayoría, seguido por el PSOE y el PCE, mientras que la extrema derecha e izquierda no consiguieron ningún escaño.
La Constitución de 1978 y la consolidación de la democracia
Las Cortes formadas tras las primeras elecciones democráticas de junio de 1977 tenían como misión elaborar la Constitución de 1978, que diseñase el nuevo modelo de Estado de la España monárquica y democrática y adoptar las medidas necesarias para superar la grave crisis económica y los intentos desestabilizadores de la derecha y de los terroristas. El primer fruto del consenso político fueron los Pactos de la Moncloa por las principales fuerzas parlamentarias y sindicales en los que se establecían las medidas necesarias para sanear la economía española y reconocíanse los derechos políticos y las libertades civiles de la ciudadanía en tanto no se aprobase la Constitución.
Asimismo, se reconocen plenos derechos políticos (educación, sanidad, seguridad social, huelga...) y liberdades civiles a la ciudadanía (expresión, igualdad ante la ley, libertad de culto...) y la confesionalidad del Estado, y se establece la separación e independencia de los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y una nueva organización territorial, lo que dio lugar a un proceso político que culminaría con la nueva configuración del Estado en comunidades autónomas.
Suárez tuvo que hacer frente a una crisis económica y una fuerte conflictividad laboral, así como un proceso autonómico que no siempre pudo mantener bajo control y una escalada terrorista. Además, sufría una crisis de confianza en el seno de su partido tras la moción de censura promovida por el PSOE, razones por las que dimitió el 29 de enero de 1981. Así quedaban casi cinco años de gobierno con una gestión que, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, se valora como altamente positiva para el proceso de democratización de la vida española.
Leopoldo Calvo Sotelo, ministro con Suárez, responsable de la organización de la UCD y no identificado con ninguna familia política del partido, sustituye a Suárez en la presidencia del Gobierno.
El intento de golpe de Estado del 23-F y la victoria del PSOE
El 23 de febrero de 1981, el teniente coronel Antonio Tejero asaltaba el Congreso de los Diputados, manteniendo como rehenes al Gobierno y a los parlamentarios, mientras anunciaba la llegada de otra autoridad superior e invocaba el nombre del rey como máximo responsable. La actuación del rey fue la clave de la resolución del conflicto: desde su residencia del palacio de la Zarzuela, tomó las riendas de la situación, se puso en contacto con los jefes militares, convocó a la Junta de Jefes de Estado Mayor y, vestido con el uniforme de capitán general, graba un mensaje que se emite por televisión en la madrugada del día 24. Fue un intento de los involucionistas para acabar con la democracia, con todo, la movilización popular y el compromiso de las principales organizaciones políticas y sindicales con el proceso democrático hicieron fracasar el golpe de Estado militar.
Algunos meses después, en octubre de 1982, se celebraron las segundas elecciones democráticas, que ganaba el PSOE con mayoría absoluta. Los primeros gobiernos socialistas, siempre presididos por Felipe González, orientaron sus esfuerzos a consolidar la democracia, para lo que pusieron en marcha una serie de reformas que transformaron y modernizaron España.