Vida y Muerte de César: Presagios, Conspiración y Aspecto Físico

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SUETONIO

CAP. 32: "CUNCTANTI OSTENTUM...IACTA ALEA EST, INQUIT"

Al que dudaba se le presentó un prodigio. Alguien de gran talla y hermosura apareció sentado de repente próximo a él tocando la flauta. Además de los pastores, muchos soldados de sus puestos, entre ellos los trompeteros, lo escucharon. Tras robar la trompeta a uno, saltó al río y, comenzando un ataque militar con fuerza, llegó hasta la otra orilla. Entonces, César dijo: "Vayamos a donde nos llaman los presagios de los dioses y la adversidad de los enemigos. Los dados están echados".

CAP. 82: "ASSIDENTEM...LEPIDI DESTITERUNT"

Mientras estaba sentado, los conspiradores le rodearon con pretexto de fidelidad. Enseguida, Cimber Telio, quien había tomado la iniciativa, se le acercó como para pedirle algo y cogió la toga por los dos hombros a César, que se negaba y con el gesto los emplazaba para otro momento. Después, mientras decía: "¡Esto es violencia!", otro de los Cascas, estando de espaldas, lo hiere un poco más abajo de la garganta. César atravesó el brazo agarrado de Cascas con un pequeño puñal e, intentando levantarse, fue impedido por otra herida. Cuando se dio cuenta de que por todos lados era atacado con puñales levantados, se envolvió la cabeza con la toga y a la vez con la mano izquierda se cubrió las piernas para morir más noblemente, manteniendo oculta la parte inferior del cuerpo. Después, atravesado por veintitrés puñaladas, emitiendo solamente un gemido sin voz en el primer golpe, dijo a Marco Bruto: "¿Tú también, hijo mío?". El muerto yació sin vida por un rato mientras todos huían en masa, hasta que, colocado en una litera con el brazo colgado, tres esclavos lo llevaron a su casa. Ninguna herida, estimó el médico Antisio, fue letal salvo la recibida en segundo lugar en el pecho. Los conjurados tenían intención de tirar el cuerpo al Tíber, confiscar sus bienes y anular sus actas, pero, por miedo al cónsul Marco Antonio y al jefe de caballería Lépido, desistieron.

CAP. 51: "STATURA FUIT...DISCALCIATUS"

De estatura fue casi justa, cuerpo manchado y maloliente, pelo casi rubio, la cara más bella que agradable, ojos caídos y un poco miopes, el cuello gordo, el vientre saliente, las piernas delgadísimas, una salud próspera; a pesar de una lujuria sin límites, solo tres veces enfermó en catorce años, y además, aunque no se abstenía del vino y de las restantes costumbres. En torno a su modo de vestir y manera de ser, era tan digno de vergüenza que siempre el pelo formado en rizos, en un viaje a Grecia, lo dejó caer por detrás de la coronilla y la mayor parte de las veces, vestido con ropa cómoda, aparecía con un pañuelo atado al cuello, sin cinturón y descalzo.

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