Tres Visiones Musicales del Siglo XX: Orff, Falla y Schönberg
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1. Orff - Carmina Burana
Para entender la naturaleza musical de los Carmina Burana –canciones de Bura–, debe tenerse en cuenta que Carl Orff es recordado hoy en día no solo por esta obra, sino también como artífice y desarrollador del Orff-Schulwerk, un ambicioso método de enseñanza diseñado específicamente para niños en edad escolar. Cofundador –junto a la bailarina Dorothee Günther– de la Escuela Günther de Múnich en 1924, un centro dedicado a la gimnasia, la música y la danza, su nombre quedó asociado inicialmente a su revolucionario método de enseñanza musical, basado en la combinación de movimiento, lenguaje y música.
El estilo musical orffiano es relativamente simple: resulta de la combinación de un impulso motor stravinskiano, un lenguaje tonal cuasi-modal y una inspiración melódica fuertemente influida por el folclore bávaro, en especial el infantil.
Carmina Burana está estructurada en 25 números distribuidos a lo largo de los siguientes bloques:
- FORTUNA IMPERATRIX MUNDI: Exaltación del poder de la Fortuna.
- PRIMO VERE: Canciones pastorales.
- UF DEM ANGER.
- IN TABERNA: Canciones de bebida y de juego.
- COUR D’AMOURS: Canciones amatorias. Consumación amorosa.
2. Falla - Concierto para clave
Durante el período de entreguerras en Europa, la música experimentó una redefinición radical. Se rechazaron las estéticas tradicionales, dando paso a nuevos movimientos artísticos. La política también influyó en la música. El activismo cultural de izquierda, como el expresionismo y el jazz, enfrentó la condena de la ultraderecha. Compositores como Schönberg y Stravinski buscaron nuevas formas estilísticas como el dodecafonismo y el neoclasicismo. Los regímenes totalitarios prohibieron la «música degenerada», reflejando la tensión entre arte y política. Surgieron asociaciones para promover la música contemporánea, superando las dificultades para su presentación en conciertos tradicionales.
Inspirado por Stravinski y Schönberg, Manuel de Falla abandona sus raíces folclóricas para recrear facetas del legado musical hispánico. La obra consta de tres movimientos que representan distintas facetas de este legado: la cortesana, la religiosa y la popular. El neoclasicismo, liderado por Stravinski, se caracteriza por un lenguaje armónico progresivo pero tonal, ritmos precisos y agrupaciones instrumentales reducidas.
3. Schönberg - Un superviviente de Varsovia
Durante la era de la Primera Guerra Mundial, Arnold Schönberg presentó su innovadora Serenata op. 24, marcando el surgimiento del dodecafonismo. El dodecafonismo, también llamado serialismo, introdujo un sistema donde los doce tonos de la escala cromática se ordenaban sistemáticamente, permitiendo una expresión musical independiente del sistema tonal tradicional y abriendo nuevos caminos hacia la innovación. Arnold Schönberg, reconocido como el «padre» de la atonalidad y el dodecafonismo, encontró refugio en California, un destino común para muchos alemanes exiliados durante la Segunda Guerra Mundial. Conmovido por los horrores del Holocausto, compuso en 1947 «Un superviviente de Varsovia», un tributo a las víctimas del genocidio nazi que incorpora una plegaria hebrea.
«Un superviviente de Varsovia» consta de 99 compases en 4/4 a una velocidad de 80 negras por minuto, aunque presenta numerosas fluctuaciones de tempo. La obra está escrita para narrador y coro masculino, junto con una orquesta sinfónica que incluye arpa y una variada sección de percusión.